Solana puso los ojos en blanco con una sonrisa en el rostro antes de desaparecer hacia la sala.
Me quedé ahí reflexionando sobre sus palabras, sobre el embarazo de su madre. Al intentar imaginar a la mujer de la barbacoa con el vientre abultado, extrañamente terminé visualizando el rostro de Solana, aunque ni siquiera se parecían tanto. Cosas raras que hace la mente cuando el agotamiento te vence.
Desde la sala llegaba el sonido de Solana moviéndose mientras tarareaba una melodía desafinada que, aunque no reconocía, logró arrancarme una sonrisa.
Minutos después entró al dormitorio dirigiéndose directo al baño, donde el agua del grifo corrió mientras las puertas del gabinete chirrían al abrirse y cerrarse. El zumbido de su cepillo eléctrico llenó el silencio, seguido del chapoteo del agua antes de que las luces se apagaran. Cuando regresó al cuarto, la envolvía esa mezcla de menta y la crema que siempre me recordaba a vainilla con algo verde.
Tomó de su cómoda un libro de cubierta gasta