Fruncí el ceño mientras me desabrochaba el cinturón y salía del auto, aunque honestamente hubiera preferido quedarme adentro mientras él hacía lo que fuera que tuviera que hacer. Las comisarías nunca me habían gustado porque me hacían sentir observada incluso cuando no hacía nada malo, y gracias a las aventuras universitarias de Fernando, ya había estado en suficientes para toda una vida.
Aun así, la curiosidad pudo más.
Adentro, un oficial cansado estaba sentado detrás del mostrador principal cuando Nicolás se acercó. —Vengo a pagar la fianza de Soraya Morales.
El oficial levantó la vista y sus ojos fueron de Nicolás hacia mí y de vuelta mientras tecleaba en el teclado antes de preguntar por la relación con la acusada.
—Esposo.
Después de alzar una ceja, el oficial preguntó por el apellido de su esposa, luego por el de soltera, lo que hizo que Nicolás se tensara al cuestionar la relevancia de esa información.
—Preguntas de rutina —respondió el oficial recostándose en su silla—. Los pa