Capítulo 8

Una puerta cubierta de flores y hojas se abrió justo frente a Lyra, no muy lejos de donde estaba la palanca negra.

Lyra, al verla, se sobresaltó y entró en pánico.

“¡Dios mío, ¿qué es esto?! ¿Cómo se cierra? ¡No puede enterarse el señor Raffael! Ese hombre se enfadaría si supiera que he tocado algo dentro de su espacio privado.” Lyra intentó tirar de nuevo de la palanca negra para cerrar la puerta, pero no funcionó.

Mientras buscaba otra forma, la mujer miraba de vez en cuando hacia atrás, temiendo que Raffael regresara.

Como no encontró nada cerca de la palanca para cerrar la puerta, Lyra se acercó a ella y, por suerte, justo al lado interior de la puerta encontró un botón.

Con decisión, Lyra lo presionó sin pensar en las consecuencias.

La puerta comenzó a cerrarse lentamente.

“¡Rápido, rápido, rápido! ¡Por favor, ciérrate ya!” exclamó Lyra, desesperada.

Justo cuando Raffael entró, la puerta se cerró como si nada hubiera pasado.

Raffael se acercó a Lyra con una mirada de desconcierto
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