Esa mañana, Lyra ya estaba lista para ir a la oficina. Sin embargo, la mujer se sorprendió al ver a Raffael frente a su casa.
—Señor Raffael, ¿qué hace aquí? ¿No teníamos ninguna reunión fuera hoy? —preguntó Lyra, desconcertada.
—Es cierto, no tenemos. Solo quería pasar a recogerte, me preocupé por cómo estabas ayer —respondió Raffael con una sonrisa, una sonrisa que de pronto hizo que Lyra no se atreviera a mirarlo a los ojos.
—Lyra, ¿quién ha venido? ¿Es que…? —la voz de Sophia se apagó al ver al hombre apuesto que le sonreía.
Al principio, Sophia pensó que era Adrian quien venía a buscarla. La mujer de mediana edad ya se había alegrado de recibirlo.
Pero al darse cuenta de que no era Adrian, Sophia se quedó mirando a Raffael por un largo rato.
—¿Quién es él? —susurró Sophia.
—Te presento, tía, este es el señor Raffael. Es mi jefe y también el hijo menor de la familia Marino. ¿Recuerdas a los Marino? Ellos nos ayudaron cuando organizamos aquel evento benéfico —dijo Lyra, como si lan