Capítulo 46

Las sirenas de la policía se acercaban cada vez más. Las luces rojas y azules atravesaban la cortina de lluvia, danzando sobre las paredes de la vieja casa ahora hecha trizas. Raffael observaba a Adrián, tendido en el suelo, con sangre escurriendo por la comisura de sus labios. Aun así, el hombre reía en voz baja —una risa que erizaba la piel de cualquiera.

—Llévense a ese hombre —ordenó Raffael con voz helada a dos de los hombres de Antonio. De inmediato, arrastraron a Adrián, que seguía sonriendo de forma inquietante.

—Raffael… —la voz débil de Lyra lo hizo girar. Ella ayudaba a la tía Sofía, que apenas se mantenía consciente. Raffael se acercó rápidamente, se quitó la chaqueta y cubrió a Sofía con ella.

—¿Estás herida? —preguntó con ansiedad, sus manos temblaban al tocar la mejilla de Lyra, empapada por lágrimas y lluvia.

Lyra negó con la cabeza.

—No… estoy bien. Pero la tía…

Sofía abrió los ojos lentamente, sus labios temblaban.

—Lyra, perdóname. Pensé que Adrián… que ese homb
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