Mientras Tariq se abría paso por las carreteras industriales de Nueva Jersey, el exsoldado conducía con una precisión que rozaba la imprudencia. A través de la línea era segura de comunicación que mantenían, Karim soltó la verdad.
— Halcón, la ubicación del almacén en el muelle 52 es la que Caldwell usó hace cinco años para el tráfico ilegal de petróleo, es su escondite perfecto — dijo Karim.
— Lo sé, es una trampa, pero igual vamos a entrar, ¿Qué hay de Caldwell?
Karim dudó un instante, era el momento de la sinceridad, la confesión que se había guardado durante años para proteger su misión.
— Tariq, hay algo que debes saber, no estoy aquí por tu llamado de emergencia.
Tariq apretó el puño al escuchar sus palabras y la tensión se reflejó en su voz.
— ¿Qué me estás diciendo, Karim? ¿Trabajas para Amir?
— ¡No! Yo trabajo para Hassan, Tariq, siempre trabajé para tu padre.
El coche se llenó de un silencio atronador, Tariq escuchó a Karim, que se mantuvo en silencio por unos segundo espera