El yate El Halcón II, anclado en una cala privada, brillaba bajo la luz artificial, un contraste cínico con la oscuridad de las negociaciones que tenían lugar en su interior.
Fátima, con su grabadora de audio y su micro cámara de video funcionando imperceptiblemente bajo los pliegues de su vestido, tomó asiento frente a sus sobrinos.
Nasser, se encontraba nervioso por la caída bursátil, pero hizo el intento de mostrar control.
— Tía Fátima, lamento que Hassan esté tan... inestable, pero las riendas de Al-Farsi no pueden caer en manos de una mujer, nuestros socios lo verán como un signo de debilidad y corremos el riesgo de que nos dejen, y menos de un fugitivo como Tariq, ya sabes que tiene problemas legales por involucrarse con esa mujer que resultó ser una delincuente, y también por el fraude de su matrimonio.
— Y mucho menos en manos de un traidor como Omar, además, él no tiene un porcentaje significativo en la empresa como para tomar la administración — intervino Amir, con una conf