La puerta de su habitación se abrió sin previo aviso, después de hablar por teléfono, Omar se había puesto en movimiento.
— ¡Sam! — Eleanor corrió a los brazos de su amiga.
En la habitación había entrado la silueta de una mujer, vestida de negro, elegante, calculadora y con una mirada que era toda negocio. Llevaba en sus manos un maletín de cuero y una expresión de intensa urgencia, era Samantha, su abogada y amiga.
— ¡Cariño, he estado tan preocupada por ti, estos días han sido un infierno! — le soltó tan pronto como la vio.
— Sabes, tengo algo que te interesa, algo en lo que estuvo trabajando tu hermano, y que descubrió antes del accidente — dijo la abogada con voz firme.
— Además, Tariq acaba de cometer un error que puede ser fatal, pero lo ha hecho por ti.
— ¿Qué haces aquí? Puede ser peligroso para ti también, no quiero que te involucres Sam, y que pongas tu vida en riesgo por mi causa — exigió Eleanor.
— Estoy aquí porque me preocupas, Omar sabe que no puedes sobrevivir a Tariq