El sedán continuó su lento avance por el camino de grava, la densa oscuridad del bosque envolviéndolos como un manto. La lluvia se había reducido a un leve goteo, pero el aire seguía cargado de humedad y el olor a tierra mojada. Elena sentía el peso de la adrenalina disminuyendo, reemplazado por un agotamiento profundo y una necesidad abrumadora de respuestas. Lucas, a su lado, seguía siendo un enigma, su perfil en la penumbra tan inescrutable como siempre.
-Lucas -la voz de Elena era suave, casi un susurro, pero con una firmeza subyacente que no toleraba el silencionn -Necesito que me mires.Él no la miró de inmediato. Sus manos seguían firmes en el volante, sus ojos escudriñando la oscuridad que se cernía más allá del alcance de los faros. La tensión en sus hombros era palpable, pero Elena sabía que no era solo por el peligro de los Russo. Había algo más, algo que se negaba a abordar.-Lucas, por favor.Finalmente, él giró la