Mundo ficciónIniciar sesiónEl ascenso por la escalera de servicio fue rápido, silencioso y nauseabundo, el aire húmedo de las catacumbas se disipó al pasar por una cámara de ventilación sellada y entrar en un pasillo de mármol pulido que olía a incienso y cera.
Emilio, moviéndose con la eficiencia de una sombra, la condujo a una habitación que parecía ser un vestidor de sacristán, cerca de una capilla lateral olvidada.
— El Cardenal Giubilei la espera — susurró Emilio, señalando una puerta tallada en roble — Él es su único punto de contacto, lo demás, es fe ciega.
Giubilei era la antítesis de la opulencia, un hombre bajo, con el cabello escaso y una sotana sencilla, sentado tras un escritorio de caoba maciza, parecía más un bibliotecario cansado que el enigmático Guardián o su contacto principal.
— Bienvenida, Sig







