El viento frío del norte llegaba como un susurro cargado de presagios mientras el sol de la mañana se asomaba tímidamente sobre las cumbres lejanas. Kaelen y su grupo ya habían llegado a Luminaria, trayendo consigo historias que no solo alimentaban la curiosidad sino también el temor latente: la niebla residual no se había extinguido por completo. En las tierras del norte, aquella niebla espectral, silenciosa y sigilosa, volvía a aparecer en parches dispersos, dejando tras de sí ecos inquietantes y una atmósfera de desesperanza que ningún rayo de luz lograba disipar.
Durante una reunión del Consejo del Alba, las voces se tornaron graves y las miradas cargadas de preocupación. El mapa extendido sobre la mesa estaba salpicado con símbolos de advertencia y puntos oscuros que parecían latir como heridas abiertas en el territorio.
—No podemos permitir que esos focos crezc