El viaje de regreso al faro fue silencioso. Aunque habían repelido el ataque en Verdeluz, la sensación de amenaza latente se había intensificado. La niebla no era solo un fenómeno mágico: era un aviso, un eco de fuerzas oscuras que aún acechaban en las grietas del mundo.

Ante la gravedad de lo ocurrido, Amara convocó al Consejo de la Aurora, una reunión histórica que no se celebraba desde generaciones atrás. Por primera vez en décadas, representantes de las tres razas —vampiros, licántropos y humanos— se reunirían bajo el mismo techo, no como enemigos o aliados forzados, sino como iguales con un propósito común: preservar la paz y resistir la corrupción que amenazaba con resurgir.

La gran sala del faro fue preparada para la ocasión. Faroles de luz mágica colgaban del techo abovedado, iluminando con suaves destellos dorados los tapices que narraban batallas y pactos antiguos. Las columnas estaban adornadas con emblemas de cada clan, y en el centro, una mesa circular