La noche se deslizaba hacia su cierre entre luces suaves y copas vacías. El final de la gala sabía a silencio. A resaca emocional y a secretos que aún no encontraban su tumba.

Las luces tenues dejaban al descubierto lo que el lujo intenta esconder: lo que duele.

Copas abandonadas. Mesas semivacías.

Los abuelos Macmillan, junto con Amelia, ya se habían retirado. Los Walton, también. Solo quedaban los ecos de risas lejanas y conversaciones cargadas de subtextos.

Evelyn Walton aún permanecía en uno de los salones laterales, su elegancia intacta. Seguía sentada con la espalda recta y el vestido impecable, como si la dignidad pudiera ocultar el cansancio que le colgaba de los ojos.

Olivia, sentada a su lado, se inclinó con ternura y decis