Sophie estaba como en schock, no alían las palabras de su boca, y sentía que estaba en una pesadilla. —No esperaba un discurso romántico —susurró—. Pero al menos… un poco de humanidad. Un poco de ti.

Damien dejó el vaso en el alféizar, exhalando con fuerza. —No se trata de humanidad. Se trata de lo que esto significa. De las consecuencias. De cómo vamos a manejarlo. Hablaba como si estuviera en una reunión de su empresa, no frente a la mujer que le acababa de confesar que iba a ser padre.

—¿“Manejarlo”? —repitió ella con un hilo de voz—. ¿Eso es lo que soy para ti? ¿Un asunto que hay que manejar?

Él cerró los ojos un segundo, como si quisiera encontrar paciencia en el aire.

—Inesperado, sí. Pero real &mdash