Mundo ficciónIniciar sesiónLa mañana amaneció gris, envuelta en una neblina espesa que parecía tragarse los jardines que rodeaban la casa de campo. Sophie despertó con la garganta seca y los ojos hinchados; no recordaba cuándo se había dormido, solo la sensación del pecho oprimido y el silencio que había caído entre ellos después de aquella discusión devastadora.
El eco de las palabras de Damien seguía martillándole en la cabeza: “Fue mi padre quien arruinó a tu abuela.” No había gritado, no había mostrado furia. Había sido peor: lo dijo con esa frialdad calculada que hacía que cada sílaba pesara como una sentencia.
Sophie se incorporó lentamente en la cama, con las sábanas enredadas entre las piernas. El fuego de la chimenea del salón contiguo todavía ardía, lanzando destellos anaranjados que bailaban sobre l







