Mundo ficciónIniciar sesiónLa campanilla de la tienda sonó suavemente cuando Sophie cerraba la caja registradora. El aroma a chocolate y canela aún flotaba en el aire, mezclándose con el dulce perfume de las galletas de jengibre que había horneado esa tarde. Al levantar la vista, su corazón dio un vuelco. Damien estaba en la entrada, su figura imponente recortada contra la penumbra de la calle iluminada por los faroles. Llevaba un traje oscuro, pero había soltado el nudo de la corbata, y en sus ojos grises había una intensidad que hizo que a Sophie se le secara la garganta.
—Casi creí que no vendrías —logró decir, continuando con el conteo del dinero con manos que apenas lograba mantener estables.
—Dijiste chocolate caliente —respondió él, su voz más grave de lo habitual—. Tu chocolate. Es una oferta que ningún hombre en su sano juicio rechazaría.
Sophie a







