Aquella noche, el penthouse estaba en silencio. Sophie permanecía frente al espejo de su habitación, todavía con el vestido de diseñador que había usado en la cena. El escote le dejaba ver la piel marcada por el roce de su collar, los labios aún con el leve rastro del rouge que había aprendido a aplicar para las cámaras.

Tomó la copa de vino que reposaba sobre la mesita y bebió un sorbo. La seda de las sábanas la esperaba detrás, fría, demasiado perfecta. Sus ojos se encontraron en el espejo con los de su reflejo. La mujer que la miraba era hermosa, elegante, sofisticada… y completamente vacía.

—No puedo seguir viviendo así —susurró.

Dejó la copa en el tocador y se desabrochó el collar. El sonido metálico al caer fue lo único real en toda la habitación. Pensó en su café, en el aroma a