Mundo ficciónIniciar sesiónDamien no había dormido. Estaba sentado frente al ventanal del estudio, con el teléfono en la mano. Su asistente le había enviado varias ubicaciones posibles, pero ninguna confirmación. Marcus le había sugerido esperar, darle espacio, dejar que ella respirara. Pero el espacio era un castigo insoportable.
Tomó otra copa, aunque la bebida ya no tenía efecto. La bufanda seguía en la mesa. La tocó de nuevo, despacio, como si temiera borrarla con el roce.
“¿Por qué no confiaste en mí?”, resonó la voz de Sophie en su mente. Y sintió un vacío tan hondo que le dolió respirar.
No podía perderla. No después de todo. No después de haber sentido lo que ella provocaba en su cuerpo y en su alma.
Cerró los ojos y recordó aquella noche en la limusina, sus manos, el sabor de su piel, los gemidos ahogados co







