Audiencia final.
La sala estaba impregnada de un silencio tenso, como si el aire mismo supiera que esa tarde no habría vuelta atrás. Las paredes color beige, austeras y frías, parecían estrecharse alrededor de todos los presentes. El murmullo lejano de los pasillos se colaba apenas cuando alguien abría la puerta, pero dentro, el reloj de pared dominaba con su tic-tac constante, recordando a cada uno que los segundos pasaban, que el momento decisivo estaba por llegar.
Catalina estaba sentada con la espalda rígida, el mentón alzado y la mirada firme. Su traje azul marino impecable contrastaba con el leve temblor de sus manos, ocultas bajo la mesa. Había pasado dos semanas preparándose para este día, revisando cada foto, cada recuerdo cuidadosamente armado para mostrarle al juez. Tenía la certeza de que había ganado: había reunido un álbum entero de momentos felices con Emma. En el jardín, riendo bajo el sol. De compras, probándose vestidos pequeñitos con cintas de colores. En la cocina,