El cuartel de la resistencia estaba en silencio, solo interrumpido por el leve murmullo de los equipos de monitoreo y el constante sonido de los ventiladores que mantenían el aire limpio en aquella base oculta. Helena caminaba por los pasillos oscuros y húmedos, con la cabeza llena de pensamientos. El hijo de Nicolás, un pequeño de poco más de un año, descansaba en una cuna improvisada en una de las habitaciones del cuartel. Había pasado tanto desde que Aitana murió, y Nicolás parecía sumergido en una tormenta interna que no lo dejaba descansar.
Helena no podía evitar preguntarse si todo aquello había valido la pena. ¿La lucha? ¿El sacrificio? Sabía que la resistencia tenía sus propios intereses, y aunque inicialmente se habían unido para derrocar a la Sombra, ahora los líderes parecían tener ideas mucho más ambiciosas.
Nicolás había vuelto al cuartel poco después de la destrucción de la mansión Alarcón, aún en shock por todo lo ocurrido. Desde entonces, su mirada estaba vacía, y su e