Cindy
Mientras intentaba procesar mis ojos se paseaban por todos los presentes, hasta que noté que detrás había un coche estacionado. Era el mío, lo reconocí por la matrícula. De repente mi cabeza buscaba en algún punto a Rocío y a Dan. ¿Dónde estaban?
Bruno hizo un gesto levantando la mano y todos comenzaron a desplazarse de forma casi sincronizada.
Él pareció seguir mi vista hacia donde estaba el auto estacionado por qué soltó:
—¿Quieres aprender a conducir?
Sentí un ligero escalofrío recorrer mi espalda de emoción. Había algo en su tono, en la forma en que lo decía, que hacía que la pregunta no fuera tan simple como parecía.
—Sí —respondí sin dudarlo, con más entusiasmo del que esperaba escuchar en mi propia voz.
Bruno asintió con satisfacción y, sin apartar la mirada de mí, ordenó con firmeza:
—Marco.
El hombre que se mantenía cerca, al pie de los escalones, levantó la cabeza de inmediato.
Marco no era cualquiera. Era el mismo hombre que me había sacado del casino aquella noche s