Los señores Petit finalmente se retiraron con una mezcla de emociones en sus corazones, por un lado la felicidad los desbordaba, al saber que como bien Fayna lo había dicho, su hija había sido bendecida por todo el sufrimiento que había padecido, y al fin parecía que Dios se acordaba de ella, pues no solo tendría un hijo, sino tres, y eso era algo que los hacía inmensamente feliz, pero, por otro lado estaba Theo y Julieta, un matrimonio que a leguas se veía listo y dispuesto al fracaso, y con gran resignación y con un aún mayor dolor de estómago, Inés y Jules optaron por guardar silencio, sabían que su hijo no era tonto, aunque no comprendían por qué dejaba que Julieta hiciera lo que quisiera con él.
Mientras tanto el mayor de los hermanos Petit, se marchó al departamento que su hermana le había cedido, al menos por un año, el silencio en el vehículo era casi amenazante, Julieta ya no lloraba, mucho menos gritaba, simplemente lo ignoraba, como si nada malo hubiese sucedido, hasta que