AzuraEl entrenamiento comenzó con ejercicios básicos. Calentamiento, control de respiración, estiramientos. Nada que pareciera extraordinario… hasta que me di cuenta de que cada movimiento era una prueba. Theo no era indulgente. Me exigía precisión. Técnica. Y cuando fallaba —porque sí, fallé muchas veces—, lo corregía con paciencia, pero sin suavidad.—Tu centro de equilibrio está muy alto —dijo, después de que caí por tercera vez durante un intento de giro defensivo—. Baja más las caderas. Usa la fuerza desde los tobillos, no desde los hombros.Mi respiración ya era pesada, el sudor comenzaba a empapar la ropa. Grayson observaba desde un lado de la arena, los brazos cruzados sobre el pecho. No decía nada. Pero sabía que estaba midiendo cada uno de mis pasos. De mis errores. Y eso me hacía querer más. Hacerlo bien. Ser digna.—Otra vez —gruñí, sacudiéndome el polvo del brazo.Theo asintió.Repetimos. Una y otra vez. Patadas, bloqueos, giros, escape de agarres. Cada intento parecía u
GRAYSONDesde el borde de la arena, lo vi todo. El instante en que se transformó. El destello blanco que rompió con la lógica, con la historia, con todo lo que conocía sobre nuestra especie. Nunca, en todos mis años, había visto algo así. Un lobo completamente blanco… no plateado, no gris claro. Blanco. Puro. Como nieve recién caída. Como un susurro divino. Rosaly. Su loba. Drux aullaba dentro de mí como si el mundo se acabara, como si cada fibra de su existencia gritara por salir. Y no solo para reclamar lo que era suyo… sino para rendirse ante ella. Porque ese lobo... no era solo una forma de combate. La vi moverse con una ferocidad que me erizó la piel. Inteligente. Rápida. Estratégica. Cuando derribó a Theo con esa combinación perfecta de poder y gracia, sentí algo que me costó procesar. No solo orgullo. No solo respeto. Excitación. Sí, suena extraño. Pero maldita sea… fue sexy. Verla luchar. Verla rugir. Verla conquistar el respeto de todos con sus propias garras. Azura no era u
AzuraEl vapor aún flotaba en el aire cuando salimos del baño. La luz tenue del atardecer se colaba por las cortinas, tiñendo la habitación de un dorado suave que se mezclaba con los restos de humedad en nuestra piel. El cuerpo de Grayson brillaba bajo ese resplandor cálido, cada músculo marcado como esculpido por manos divinas. Era salvajemente hermoso… y solo mío.Caminé hacia la cama con la respiración entrecortada, consciente de cada gota que resbalaba por mi piel desnuda, de cada mirada que él me lanzaba. Sentía mi pecho arder. El calor entre mis piernas era una súplica silenciosa, y Rosaly estaba despierta, ronroneando en mi mente como una loba en celo.Grayson se sentó al borde del colchón, observándome. Su cabello oscuro seguía húmedo, y unos mechones caían sobre su frente, dándole un aire más rudo… más peligroso. Su torso desnudo era un espectáculo de fuerza contenida, y sus ojos—oh, sus ojos—brillaban con hambre.—Estás mirándome como si quisieras devorarme —murmuré, mordién
“Los que siembran dolor, cosechan condena.”AzuraNunca imaginé que llegaría este momento. No porque no lo soñara, no porque no lo deseara, sino porque había partes de mí que murieron tantas veces que dejé de creer que algo justo me fuera permitido.Pero aquí estoy.Reina. Poderosa. Viva.Y Kael… Kael está de rodillas.El círculo de piedra tiembla con los susurros de las manadas reunidas. Todos lo observan al Alfa caído, al lobo que fue temido y venerado, reducido a una sombra, a una criatura encadenada, humillada… tal como lo hicieron conmigo.Siento el viento mover mi capa negra mientras me mantengo erguida en el centro del círculo. Mi corona no necesita joyas, mi presencia es la sentencia. Y mi lobo, que antes temblaba bajo la suela de su voz, hoy ruge con hambre de justicia.A mi lado, firme y silencioso, está Grayson. Mi verdadero compañero. Mi igual. Él no necesita dominarme para amarme, ni romperme para sentirse fuerte. Él solo está ahí, como una llama que me arropa sin quemar
“Desde que tengo memoria, todo ha dolido.”AzuraDesde que tengo memoria… he sentido dolor. Un susurro entre gritos. Un número sin nombre. Una carne marcada, olvidada por la diosa… y por la Luna.No sé cuándo empezó. No tengo recuerdos felices. Solo imágenes borrosas, grises, mojadas por mi sangre y el miedo. Algunos dicen que fui encontrada en el bosque, aullando porque era una cachorra recién nacida, envuelta en un manto de sangre y tierra solo tenia escrito en un papel mi nombre y fecha de nacimiento. Otros juran que soy hija de la traición. De una loba que se acostó con el enemigo y luego fue ejecutada por ello. Pero nadie sabe con certeza. Ni yo. Lo único que sé es que desperté una mañana en este lugar. Y desde entonces… respiro solo para sobrevivir. El frío me rasga la piel como si fuera parte de mi rutina. Una ducha no pedida, un balde de agua helada directo a mi cama, antes siquiera de que el sol asome entre los árboles.—¡Arriba, escoria! —brama la voz de Luci.La jefa omega
“Antes de ser reina, fui ceniza.”AzuraEl dolor comenzó como una punzada leve en mi pecho, justo debajo de la clavícula. Un calor extraño se expandió desde ahí, como si algo se deshiciera bajo mi piel, como si una llama suave pero persistente quisiera abrirse camino a través de mis huesos. Al principio intenté ignorarlo. Después de todo, siempre había algo que dolía. El cuerpo, el alma, el orgullo… ¿qué más daba un dolor más? Pero esta vez era diferente. Esta vez… era interno. Primordial. Salvaje. Apoyé una mano en la pared de piedra húmeda del pasillo trasero del templo, luchando por mantener el equilibrio. La vista se me nubló. El corazón comenzó a latir tan rápido que pensé que se me saldría del pecho. No era miedo. No era hambre. Era algo más antiguo que ambas cosas juntas.—¿Puedo… salir un momento? —le pregunté a Luci mientras sostenía un cesto de madera con flores marchitas.Ella me lanzó una mirada de asco. Como si el simple hecho de que mi voz rompiera el aire fuera un delit
"Nuestras palabras dicen, lo que el corazon calla"AzuraEl aroma... nardos y fresas maduras, tan dulce, tan embriagador. Sentí que el suelo temblaba bajo mis pies descalzos mientras avanzaba como hipnotizada, mis sentidos tomados por una fuerza ajena, instintiva, que no comprendía del todo. Rosaly rugía en mi interior, cada paso hacia esa puerta sellaba algo dentro de mí. Algo nuevo. Algo inevitable.—. ¿Qué me hiciste?No supe qué responder. No podía. Las palabras se ahogaban en mi garganta mientras nuestras miradas se entrelazaban, una fuerza invisible nos ataba. Lo sentía. Ese lazo. El que siempre había oído en las historias. El que había negado que fuese real para criaturas como yo. Y sin embargo...Lo vi dar un paso hacia mí. Su cuerpo tenso, contenido. Casi como si luchara consigo mismo.—¿Por qué hueles así? —gruñó—. Maldita sea, Azura... ese aroma... eres tú.—Yo... —murmuré, con la voz temblorosa—. Solo me transformé... por primera vez. Rosaly... mi loba... despertó.Él parp
"La corona pesa cuando no tienes cabeza"AzuraEl aire estaba denso. El olor a incienso, cuero y vino inundaba la gran plaza de la manada. Las antorchas danzaban en lo alto, proyectando sombras salvajes sobre los rostros de todos los presentes. Sonaban tambores. El canto de los ancestros llenaba la noche como una profecía. Y en el centro, estaba él. Kael. Vestía una túnica negra con bordes plateados, la misma que había usado su padre el día en que asumió el cargo antes de morir devorado por traidores. Pero esa noche… Kael no era la imagen del poder que todos esperaban. Estaba pálido. Sus ojos dorados, ahora apagados, buscaban algo entre la multitud. Y su postura, aunque firme, se notaba forzada. Como si el dolor lo carcomiera por dentro y solo la rabia lo mantuviera en pie.Yo lo sabía. Rosaly lo sabía."El rechazo le había costado más de lo que él jamás admitiría."—Se ve… destruido —susurró una de las omegas a mi lado, mientras fingía que yo era una más, de esas invisibles.—Dicen q