Azura
Su calor me rodeaba. Su aroma, a bosque, a tormenta, a hogar, me invadía cada fibra del ser. Nunca me había sentido tan segura, tan... amada. Grayson me acunaba contra su pecho fuerte y cálido, su respiración profunda vibraba en mi oído, calmándome.
Sus dedos trazaban caminos perezosos sobre mi espalda, cada caricia era un canto de amor silencioso. Y de pronto, algo en mí despertó. Una chispa. Un deseo de corresponder. De no ser solo protegida, sino también... de protegerlo, de adorarlo. Me moví un poco, despacio, buscando su mirada.
Grayson abrió los ojos al sentirme.
Sus iris eran dos abismos llenos de amor y deseo.
—Azura... —susurró, su voz ronca, cargada de emoción.
No le di tiempo a más. Me incorporé ligeramente, dejando que la manta se deslizara hasta mi cintura, exponiendo mi piel desnuda a la luz tenue de la habitación. Vi cómo sus ojos se oscurecían.
Cómo su mandíbula se tensaba.
Le gustaba.
Le gustaba verme así.
Libre. Sin miedo. Para él.
Llevé mi mano a su mejil