Lyam
Desperté antes del alba, como me sucede desde que la sangre caliente del combate se volvió parte de mis venas, y por un instante me quedé quieto, escuchando la respiración pausada de Lira a mi lado, su pecho subiendo y bajando como olas suaves, la fragancia de su cabello mezclada con la de la noche aún pegada a su piel, y pensé en lo injusto que es tener paz dentro de cuatro paredes mientras afuera un hombre llamado Kael destroza vidas, sin rostro de arrepentimiento, siempre fugaz como agua entre los dedos, siempre escapando cuando creemos tenerlo acorralado, eso me enciende por dentro, una rabia antigua que no me deja si no la quemo en acción, sin embargo la veo a ella y recuerdo que también existen razones para volver a casa, para ser humano por amor y no solo por guerra, tomé su mano con cuidado, la apreté apenas, y la noté dormir más tranquila que los primeros días, Lira ha cambiado, sus cicatrices no ocultan su luz, ella ríe a veces, me llena de una paz que creí olvidada, la