El amanecer llegó más temprano de lo habitual, como si el día tuviera prisa por comenzar. Clara se despertó con los primeros rayos de luz filtrándose entre las cortinas, y por un instante se quedó acostada, sintiendo cómo su pecho se llenaba de una inusual sensación de certeza. Algo dentro de ella se había asentado la noche anterior, una especie de claridad que ahora la envolvía con suavidad.
Se levantó sin hacer ruido, caminó descalza hasta la cocina y preparó su café como cada mañana. Pero ese día, incluso los movimientos más simples tenían un peso diferente, como si cada gesto la acercara más al futuro que había comenzado a imaginar con convicción. Se sentó frente a la ventana, libreta en mano, y repasó las notas que llevaba días escribiendo con creciente entusiasmo. Tramas aún sin pulir, personajes que comenzaban a respirar sobre el papel, ideas que hasta hacía poco le parecían distantes… ahora se sentían suyas.
Había pasado mucho tiempo construyendo una carrera basada en lo segur