El sábado amaneció brillante y fresco, con un sol que iluminaba cada rincón de la casa. Clara se despertó temprano, como de costumbre, disfrutando del silencio que solo ofrecían los fines de semana antes de que la familia comenzara sus actividades. Lucas ya estaba en la cocina preparando el desayuno, mientras el aroma del café recién hecho y del pan tostado se esparcía por toda la casa. Samuel, que ya tenía quince años, había decidido quedarse un poco más en la cama, disfrutando de la tranquilidad de no tener clases ese día, y Sofía, de once años, estaba ocupada preparando un proyecto de arte en su habitación.
—Buenos días —dijo Clara, entrando en la cocina con una bata cómoda—. Huele delicioso.
Lucas la miró, sonriendo mientras colocaba dos tazas de café frente a ella.
—Buenos días —respondió—. Hoy quería preparar algo especial. Pensé que podríamos hacer un desayuno familiar antes de salir. Samuel y Sofía no se lo esperan, así que será una sorpresa.
Clara sonrió, encantada con la ide