Subtítulo:
“La lealtad se prueba en la oscuridad, donde cada secreto arde como una llama traicionera.”
La madrugada avanzaba lenta, como si el tiempo mismo se negara a moverse bajo la presión de las sospechas. Nadie había cerrado los ojos desde que Einar arrojó aquel saco frente a todos. La fogata chisporroteaba débil, proyectando sombras alargadas sobre los rostros tensos.
Ariadna podía sentir la vibración en el aire, como si el ambiente estuviera cargado de electricidad, lista para estallar con una sola chispa. Naira se mantenía alerta dentro de ella, sus sentidos agudos detectando cada respiración acelerada, cada latido ansioso que escapaba de los presentes.
Kael se mantenía firme, con el porte de un alfa que no se doblega. Su mirada recorría cada rostro como si pudiera arrancarles la verdad de un solo vistazo. Sin embargo, Ariadna notaba lo que nadie más parecía ver: en el fondo de esos ojos ardía una preocupación profunda, un miedo que no se atrevía a mostrar.
—Debemos hablar cl