Paolo abrazó a Adriánna, fue un abrazo cálido, protector, sin prisa, ella apoyó su frente en el pecho de él y cerró los ojos.
El silencio entre ambos era sereno. Solo dos almas, una junto a la otra.
—¿Cuál será el lugar que escojas para nuestro viaje.? —preguntó ella con voz suave.
—Es una sorpresa, y estoy seguro de que te va a encantar. —escondió
—Tendrá que tener muchas flores amarillas. Me hacen sentir libre.
Paolo sonrió.
—Entonces buscaremos el campo más florido que exista.
La risa de Adrianna volvió a brotar, esta vez sin contenerse.
Paolo la miró, con la seguridad de que él no iba a romper ese momento.
Pasaron la tarde hablando sobre posibles lugares a los que irían, Paolo contó anécdota sobre su vida y la de su hijo.
Adrianna sintió un frío recorrer su cuerpo, en el momento en que Paolo habló de su hijo. Se abrazó así mismo deduciendo era el frío del clima. Paolo continuó y por un momento Adrianna deseó contar parte de su vida y se detuvo, porque parte de su vida era lleg