La cigüeña vino en grupo...
Alejandra poco a poco se fue calmando, al final el Alfa la convenció de dejarse pinchar. Necesitaban saber que le ocurría, no podían simplemente marcharse del hospital.
Los tres Alfas esperaban en la sala de espera, cada quien estaba sumido en sus pensamientos. Estaban preocupados, la salud de sus lunas era muy importante.
El Alfa Damiano, y el Alfa Petya, llegaron al hospital con los cachorros, ellos habían insistido en ir a ver cómo estaba su madre.
— Papá, ¿Cómo está mamá? ¿Ya la vió el doctor? — Leo preguntaba apenas llegando.
— ¿Qué hacen aquí, cachorros? Ustedes son muy pequeños para estar en este lugar.
— ¿Nos vas a echar, papá? — Los ojos redondos del pequeño Lionel, estaban puestos sobre su padre.
El Alfa miró a su cachorro y estiró sus brazos para cargarlo.
— ¿Cómo se te ocurre? Ven aquí Lionel, su madre está estable, pero estamos esperando los resultados de los análisis.
— Tío Damiano, ¿Cargas al cachorro? — Lorenzo le pedía a su tío que lo alzara.
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