Abracen mucho a sus lunas.... La guerra está esperando.
Algas y lunas encontraban comprensible que Alejandra se sintiera superada en número por tantos cachorritos, pero el rey no la dejaría hacer todo a ella sola.
— ¡Mamá, ya estás aquí! ¿Dinos por qué vas a tener otro cachorro? ¿Ya no te gustamos nosotros tres?
El pequeño Lionel volvió a llorar, sentía que iban a desplazarlo.
La madre se secó las lágrimas y se apartó del Alfa para cargar a su cachorro.
— No digas eso, yo los amo con locura a ti y a tus hermanos, pero la diosa luna nos ha enviado otro lobezno, y no podemos devolverlo.
— ¿Por qué no? Escribe una carta, diles que ya no necesitas más cachorros. Qué ya tienes suficientes.
La inocencia de Lionel causaba mucha ternura.
— Nadie va a devolver nada, nos vamos a quedar con el cachorro que su madre tiene dentro de su vientre, ustedes deben aprender a querer a su futuro hermano.
— Ahhhsss... Es que, mamá... ¿Cómo llegó ese cachorro a tu barriga? Debiste comerlo sin darte cuenta y ahora va a comenzar a crecer.