Un momento de silencio reinó en el bosque, Aria era observada por el apuesto y perfecto Alfa, sus cabellos largos, su marcado cuerpo, y su aura poderosa, tenían a la joven embelesada.
— ¡Auchhh... Por la diosa .. que dolor! — La bella chica no se quedó callada y preguntó — ¿Por qué me miras así? No me vas a comer, ¿Cierto? No puedo tener tan mala suerte. Yo solo estoy acompañando a mi prima a buscar a su hermana...
La joven hablaba entrecortado, se escuchaba agitada por el dolor de la pierna desgarrada.
— No, no voy a comerte, voy a ayudarte, déjame ver tu herida. — El Alfa no podía ver bien porque la castaña tenía sus manos puestas en la pierna.
— No, si quitó mis manos me saldrán chorros de sangre y moriré aquí desangrada.
Por supuesto que el Alfa no se podía permitir tal cosa, su mente estaba pensando en cuál sería la mejor forma de ayudarla. Entonces fue que encontró una, no era la mejor pero si sería efectiva.
— Quita las manos, voy a lamer tu herida, mi saliv