El sol iluminó la habitación en la que Sofía pasó la noche, y el aroma de café recién hecho la despertó completamente. Se sentó de repente mientras observaba alrededor, no recordaba haber dormido en otro lugar, pero ahí estaba.
Bajó y vio que Sebastián había hecho café y un par de tostadas para el desayuno. La miró por unos segundos, asintió en silencio como su forma de darle los buenos días y ella correspondió. Miró a la mesa invitándola a sentarse con él; no obstante, algo en su comportamiento era distante.
—Te lo agradezco —susurró ella al tomar un sorbo de café, uno que tendría que limitar en el futuro por el bien de su hijo.
—No quiero que esto sea un malentendido o te hagas ideas absurdas en la cabeza. Anoche me ayudaste al igual que yo lo hice al llevarte al hospital; por lo tanto, estamos a mano y no hay más razones para que nos estemos encontrando desde ahora.
Él mantenía su postura impasible, como si estuviera levantando un muro gigantesco entre ellos para evitar revelar o i