Miguel al ver nuevamente a Clara, frunce el ceño. Se suponía que ella no debería estar ahí, debía estar en el hospital.
—¿Estás completamente segura de que salir del hospital fue buena idea? —cuestionó detallándola.
Estaba pálida, mucho más delgada, y en sus ojos se notaban las ojeras que no se preocupaba por esconder. Entre más la veía, más se convencía de que ella no debería estar ahí.
—Ella necesitaba un cambio de ambiente, es lo que recomendaron en el hospital —intervino Martín.
—Sí, él tiene razón, estar encerrada todo el tiempo es bastante abrumador. No entiendo cómo las personas no morimos por depresión allá encerradas —susurró con un poco de debilidad.
—Clara deseaba estar contigo un poco más, así que cuídala muy bien, por favor.
Miguel tomó un poco de aire y miró el reloj, suspiró sintiendo que entre más rápido pase el tiempo, más difícil será poder dar con Sofía, poder exigirle las explicaciones que él sentía que merecía por lo menos.
—No puedo quedarme con Clara. Necesito