Pérdida en el mundo criminal lleno de familias mafiosas que desean obtener el control de un territorio Scarlett Montgomery vive prisionera y marginada. Nació muda, la separaron muy niña de su madre, vive en un constante abuso por parte de su esposo, y lidia con la propia ambición de su tía. Cuando la ambición de su tía lleva Scarlett a someterse a algo en contra de su voluntad, su mundo cambia por completo. Ahora en su vientre Scarlett lleva a los bebés de un hombre cruel y sanguinario, enemigo de su familia, y un criminal despiadado. Antes de darse cuenta, Scarlett está atada completamente a Gerald Van Rome, dueño de todo Chicago y el jefe de la familia más poderosa de la ciudad y del continente. Gerald Van Rome dictamina quién vive y quien no, y ahora necesita un heredero para posicionarse en la jerarquía de las familias más poderosas la mafia y seguir con el linaje. De su mano saldrá sangre o perdón pero jamás rendición; hasta que la conoce a ELLA. La perdición de Gerald Van Rome se vuelve una droga, que lo consumirá para siempre. Ahora que Scarlett llega a su mundo las cartas se colocan en la mesa. Una pasión que nace desde la guerra entre tomas de poder quemará todo a su paso, y lo único que salvará a Scarlett de ser devorada por la Bestia es mentir, y ocultar quien realmente es. Sin embargo, el amor devorará sus almas heridas por el pasado y su vida cruel. ¿Qué tanto aguantará Scarlett el secreto que lo cambiaría todo? ¿Podrá huir de la Bestia antes de que él se entere de su verdad y la destroce? ¿O ambos caerán en los fuegos de una amor frenético en un mundo despiadado?
Leer más—Una incompetente. Eso es lo qué eres. Éste año casado contigo no fue sino una idiotez de mi familia. ¡Casado con una discapacitada qué nada puede hacer! Ni para soltar un solo gemido —el hombre lanza los papeles directo hacia al pecho de Scarlett—, los malditos papeles del divorcio.
Los ojos de la mujer, a quien habla, no están más qué dolorosamente horrorizados. Intenta sostenerse de la puerta y escuchándolo, se da cuenta que su esposo va en serio.
—Eres infértil y tu familia pagará por haberme mentido —el hombre la señala, mirándola como siempre ha hecho todo éste tiempo.
Odio.
Cuando él retrocede, furioso, Scarlett abre los ojos y traga saliva. Lo alcanza, agarrándolo por el brazo.
—¡No me toques! —el manoteo la tumba al suelo. Scarlett se lleva las manos a su vientre, impactada por lo que su ahora exesposo acaba de hacer. Su cartera también se cae con las cosas que lleva dentro—, lo único que tenías que hacer era quedarte embarazada y ni para eso sirves. No hablas, no dices nada, ¡Me cabrea hasta morir que mi esposa parezca un jodido fantasma! No quiero que pases otro segundo más aquí. La familia Montgomery pagará por esto. ¿Scarlett Montgomery una buena esposa? No es más que un estorbo.
Scarlett, quien intenta ponerse de pie nuevamente, recogiendo su cartera, mueve las manos. Sólo puede expresarse a través del lenguaje de señas, pero desgraciadamente el hombre que tiene delante no la entiende, ni quiere entender.
—¡No entiendo nada de lo qué dices! Te convertiste en una molestia desde qué llegaste a ésta casa donde tu familia te echó porque no eres más que una carga. Tu familia tendrá que responder por éste fiasco y tú —Cillian Harworth, endiosado por su fortuna y por su atractivo, ignora su intento de darse la vuelta. La toma por el brazo—, no me diste el hijo que te pedí así que no sirves ni en la cama.
Scarlett mueve la cabeza una y otra vez porque no cree que esto esté pasando.
—¡Vete! ¡Y firma los divorcios antes de que llame a tu pútrida familia y le exige inmunización por su mentira!
—¿Cillian? ¿Dónde estás? —cuando Scarlett oye esa voz desde atrás, su mundo colapsa.
Scarlett se da la vuelta justo cuando una nueva mujer da acto de presencia. Una hermosa mujer morena tomándose el vientre. Al principio parece sólo confundida, pero cuando observa a Scarlett, su rostro se dobla en la discordia. Un destello desagradable es notable en ella.
—¿Qué hace ésta mujer aquí? Me dijiste que no tendríamos problemas, ¿y aún está aquí? —la mujer pregunta, bajando los escalones. Con la mano en su vientre, Scarlett queda petrificada al darse cuenta que está embarazada de algunos cuantos meses.
—Olivia —Cillian sonríe al mirarla—. Ésta mujer estaba a punto de irse.
Scarlett comienza a quedarse sin aire. ¿Su esposo le fue infiel? ¿Su esposo embarazó a otra mujer? ¡¿Cómo es posible?! Ella se pregunta con lágrimas en sus ojos incapaces de controlar.
—Lárgate —Cilian ordena una vez más—. ¡Ahora! Antes de que llame a los de seguridad porque ésta ya no es tu casa. Olivia será mi esposa y la madre de mi hijo.
Scarlett rompe a llorar, moviendo la cabeza.
—¿Ésta es la tonta mujer que no habla, verdad? —Olivia, alzando el rostro con el desdén que Scarlett nota, se acerca a ella inclinando la cabeza—. ¿Qué no escuchaste? Largo.
Scarlett respira con rapidez, mirando a ésta mujer petrificada, y aún más cuando ve su barriga. La amante de su marido no tiene intención de comportarse amablemente. Y con su insulto a su mutismo los dos tienen algo en común.
—Qué te largues —Cillian la toma del brazo. Al lastimarla, Scarlett aprieta los labios, tratando de quitarle la mano de encima—. No quiero a una maldita muda en mi casa.
Scarlett es arrojada hacia la puerta de la casa. A pesar de su dolor, no puede emitir ningún sonido, lo que parece ser motivo para que los demás la traten como quieran.
—Lo qué querías era quitarme mi dinero y hacer que tu familia tenga más renombre, ¿o crees que no lo sé?
Scarlett mueve la cabeza. Un puñado de lágrimas acompañan éste dolor que se convierte en su pesadilla. Un dolor que ha venido ocultando desde hace tanto tiempo. Cilian la lleva hasta la salida de la puerta, con Olivia por detrás, disfrutando de cada momento la ruina de Scarlett, la mujer que le impedía estar con Cillian.
—Ahórrate tus balbuceos sin sentido porque no entiendo un carajo —Cillian la suelta, haciéndola tambalear. Scarlett cae en la grama verde y húmeda por la lluvia, sin fuerzas. Pese a llorar, no hay quejidos o sollozos. Alza la mirada cuando Cillian se limpia las manos, como si hubiese tocado algo desagradable.
—Pobre idiota —Olivia se echa a reír, colocándose detrás de Cillian y descansando la barbilla en su hombro—. Si no te marchas ahora mismo seré yo quien te saque por los cabellos. ¿Quieres eso, muda? —y termina con una sonrisa.
Scarlett hubiese podido seguir con éste matrimonio si la clínica le confirma qué si está esperando un hijo de Cilian.
La inseminación artificial es lo único que puede salvar éste matrimonio. Cilian quiere un hijo, y su familia también quiere que esté embarazada. Pero…¡¿Cómo puede decirle a todos que ella no es del problema…?!
¡Sino Cilian!
El esperma de Cilian es bajo. ¡Nunca podrá embarazar a una mujer! Pero admitir algo como eso sería sentenciar su muerte. Y su amante está embarazada. Entonces…¿La clínica le mintió? Sería la culpable no sólo de la destrucción de la familia Harworth, sino de la suya propia. Sus familias buscan un heredero para estrechar los lazos entre ambos apellidos.
Si no le da el heredero a Cilian, Scarlett jamás podría salvar a su madre de las garras de la familia Montgomery.
La separaron de su madre una vez Scarlett nació como la bastarda de su padre, y cuando su hermana, la heredera, murió, la tomaron a ella para que tomara el puesto.
Pero eso solo trajo una vida miserable a Scarlett ya que jamás se le permitió ver de nuevo a su madre. Su tía, su única tutora, le prometió que volvería a ver a su madre si se casaba, ya que el escándalo que surgió con el asesinato de su padre dejó a la familia Montgomery es una situación muy precaria y tendrá su fortuna si sólo se vuelve una mujer casada.
Sólo el matrimonio con un influyente joven de su edad lograría apaciguar las aguas y su estatus en el mundo de Chicago.
Ahora…¿Cómo verá a su madre otra vez sino ha cumplido con lo que se le asignó?
Scarlette toma el primer taxi bañada en lágrimas. El conductor le pregunta el lugar y tragando saliva le señala el nombre de la clínica en el teléfono.
Cuando baja del auto, Scarlett corre hacia la oficina de la doctora que la ha estado ayudando en esto. La inseminación artificial no ha servido de nada, y ahora su exesposo espera un bebé con su amante. Ya no le sirve a su familia, y su tía de seguro la hará pagar por esto. Cuando le diera el hijo a Cillian tendría parte de su herencia que su tía le prometió para dárselo a su madre, y cuando acabara el matrimonio con Cilian, se la llevaría lejos y desaparecería para siempre de la vida de los Montgomery y de su tía.
Su familia la manipuló. Era su madre, o ella.
—¡Scarlett! —reconoce la voz de la doctora. Cuando la ve desesperada, no tarda en tomarla en brazos—, ¿¡Qué sucede, Scarlett!?
Como no puede respirar Scarlett se sienta en la oficina de la doctora.
—¿Qué pasó? —pregunta la doctora—. ¡Mírate! ¡Estás pálida!
“Cillian me dio los papeles de divorcio.” Scarlett mueve las manos. La doctora puede entenderla, es una gran amiga suya y es la única persona que conoce en el mundo que sabe el lenguaje de señas. Aún sigue llorando.
La doctora parece enrojecer, pero de la preocupación. Scarlett nota ésta extraña mirada. Mueve los dedos.
“¿Qué pasa?” es lo que pregunta Scarlett
—Hay algo qué debes saber, Scarlett. Y te pido, por favor, qué me perdones. Fue un error de Elijah, y yo lo asumiré. Necesito que escuches primero lo que tengo que decirte.
Scarlette traga saliva. ¿Qué está pasando?
La doctora toma sus manos.
Cierra los ojos.
Suspira.
—El esperma que te inyectaron para la inseminación no fue de cualquier hombre. Es…el esperma es de —la doctora traga saliva, con mirada pesarosa—, un poderoso magnate de ésta ciudad. Y no es solo eso. Se trata de Gerald Van Rome.
Scarlett se levanta de la silla de tirón.
—Lo lamento. No sé qué sucedió. Los exámenes se mezclaron, también las pruebas. Sé que tu tía hizo todo esto en contra de tu voluntad y no pude interferir porque ya era demasiado tarde. Elijah aceptó el soborno de tu tía porque la mujer que tenía que ser inseminada no llegó. Dios, Scarlett, lo lamento tanto. Me haré cargo de todo, lo prometo. Esto no puede dejarlo pasar, y cuando el señor Van Rome se entere lo que ha pasado, armará no solo un escándalo, sino que cerrará mi clínica. Dios, este error nos costará tanto. Y lo lamento tanto.
“Ese hombre” Scarlett comienza con sus dedos.
—No te preocupes por nada. Solucionaremos esto.
“Pero si él sabe de esto no volverás a trabajar más nunca…”
La doctora da una simple ojeada de dolor a Scarlett.
—Eso no importa, Scarlett. Este error es imperdonable. Elijah sólo le importó el dinero que tu tía le dio.Hay un contrato de por medio con el señor Van Rome y créeme, no sé cómo lo tomará si se llega a enterar de éste error.
Scarlett baja la mirada hacia su vientre cuando Mary vuelve a hablar:
—En tu vientre crece el hijo de Gerald Van Rome, de unos de los magnates más poderosos de ésta ciudad.
La mansión de los Montgomery está alejada de Chicago, en un urbanismo regido por esa familia y quien no pertenezca a la mafia no entrará, ni vivirá. Una mansión enorme donde se alzan columnas de mármol con décadas de antigüedad. Tatiana Montgomery está rezando sola, en silencio, en el único lugar donde puede estar en paz. Rezando por su hija, de quien no sabe nada. De quien no sabe absolutamente nada desde el día en que se la arrebataron de los brazos. Apenas era una bebé. Por la partera de esa noche, días después, encerrada en un cuarto para que no fuese a buscar a su hija, la partera le confesó lo que jamás había creído; su bebé tuvo una infección que le afectó el habla. Tatiana jamás se perdonó por eso. Scarlett sólo viviría si renunciaba a ella, y por eso aceptó casarse con Basian. Sólo así él dejaría vivir a su hija. Lejos, pero viviría. Tatiana puede recordar lo frágil que era Scarlett cuando la sostuvo unos cuantos minutos en sus brazos. Recordar ese pasado le afecta inclus
CAPÍTULO 52Las primeras horas de Gerald en Chicago son de pura tensión. Una docena de hombres conocidos están reunidos en un bodegón. La mayoría armados, conviviendo entre sí para sus propios propósitos. Hay caos desde que la mafia del sur pasó al territorio contra una de las familias. Pero Gerald tiene en mente otro tipo de cosas.—Deberían decirle que no entonces, a las treguas que tienen con los Montgomery —sugiere Gerald con acidez, guardándose el arma en la parte baja de su espalda—. No hay control aquí. Por ninguno de ustedes. No hay control porque hay traidores. La ley no ampara a un traidor de la muerte, nuestra ley. No quiero involucrar mis negocios mientras sé que ésta gente sigue fisgoneando en nuestro territorio.Aleksander mira Viktor. Ambos primos saben muy bien que quiere Gerald.—No podemos hablar de esto porque expone la conversación a los infiltrados. Pero ustedes, buenos hombres, espero alguna idea para acabar con esto —Gerald se cruza de brazos—. Porque no tengo t
Es inexplicable lo que ahora siente Scarlett con la revelación. Se aferra a la revelación en sus manos como el pecado que ya es. No tiene escapatoria de esto, y no puede mentirle a la señora Pranvera con las pruebas en manos. Horrorizada, se pone de pie, aguantando la respiración porque no para de llorar. El sobre en su mano lo suelta, y la señora Pranvera se pone de pie.—No, querida. No llores.Scarlett se lleva las manos a la cabeza, cediendo al temor que pasa por su mente. ¿Qué hubiese pasado si Gerald hubiese visto esa información? ¿Qué hubiese pasado? La señora Pranvera sabe su secreto, y si ella lo sabe, ¿quién más? Pranvera la acusará con los demás, e irá con Gerald para hablarle con la verdad. Si esa es lo que pasará tiene que huir. No podrá escapar lejos de Gerald si éste se entera que es una Mongtomery.—No llores, querida —Pranvera toma sus brazos cuando está a punto de irse—. No diré nada. No lo haré.Scarlett deja de removerse bajo el efecto del susto. Como no se esperab
Sin aire, Scarlett hace contacto visual con Zayda conforme se adentra a la oficina. Muy bien sabe que no puede levantar sospechas. No está claro si Gerald para estás alturas sabe algo pero…¿¡Qué carajos hace Zayda aquí?! Tiembla. Zayda está sentada, de piernas cruzadas, en una posición relajada, no tensa, tal cual disfrutase verla. —Buenos días, preciosa —con la voz de su marido está más tranquila. Gerald se acerca a ella, tomando su mano—, ¿Todo está bien? Scarlett alza la mirada, mitad incrédula, mitad atemorizada. Gerald no da indicios que sabe algo. De no saber quién es Zayda en realidad. Scarlett asiente rígida, tratando de sonreírle. Su sonrisa nunca llega. —Terminaba de hablar con Gloria. Pero ya hemos terminando —Sugiere su esposo. Claro que no la reconoce, de ser así, sabría que está mujer fue la misma que vio en aquella foto y que acusaba de conocerla. Zayda usa una peluca negra, lentes y lunar falso cerca de sus labios. Pero reconocería a esta mujer en cualquier par
El beso comienza hambriento. Scarlett no sabe porqué lo ha hecho. Pero está necesidad ya la estaba asfixiando. De puntillas, apoyándose en él rodeando su cuello no detiene el beso. Scarlett guía a su propia boca seguir la suavidad de los labios de su esposo. Pero Gerald…Gerald está sorprendido, está rígido, con los ojos abiertos creyendo que esto es una broma. A su esposa, la mujer que ha deseado como un loco, lo besa con una suavidad indistinguible, deleitable. Cuando su mente acuerda que esto no lo está imaginando Gerald pierde la cabeza. Aprieta el trasero de su mujer y afianza más el beso. Si los labios de Scarlett estaban hambrientos, pues, los de Gerald están jodidamente en inanición. Dándose cuenta que su esposo despertó la furia hambrienta ahora es Scarlett quien abre los ojos. Su marido ya le está devorando la boca, alzándola entre sus manos. La toalla que cubre el cuerpo de Scarlett se desliza por su cuerpo y sus senos redondos se pegan contra el pecho de Gerald. Ya r
Cuando su esposo se marcha, Scarlett tiene la pequeña sospecha que sin su presencia puede respirar, pero ahora es extraño. Es extraño no alzar la mirada y encontrarlo, o curiosear por su rabillo del ojo sabiendo que él la está mirando de vuelta. Ahora que no está la palabra “extraño” se reproduce en su mente.—Esperaremos a que los niños lleguen. Me quedaré con usted mientras tanto, ¿le parece bien? —la directora, como un hada madrina, permanece en la puerta sonriente.Scarlett claro que asiente a su propuesta.—Tenemos una hora para que lleguen los demás. Regreso en menos de cinco minutos.Scarlett vuelve al pequeño Adrien sumergido en su mundo fantástico. Tiene una idea de cómo comenzar el día de hoy. Ya no ve la hora de empezar. Los niños, en especial los que son idénticos a Adrien buscan el retraimiento por su timidez natural. Lo más adecuado sería mostrarle que puede confiar en ella, y, además, actúa de la manera más acertada con los niños. Se sienta en el suelo mientras Adrien p
Último capítulo