Adormilada, Scarlett se remueve de la superficie en donde está. Sus ojos entrecerrados ven la luz del día traspasar por las mismas ventanas de la sala de Mary. Se levanta, con un fuerte dolor de cabeza. El primer recuerdo viene a su mente y se lleva las manos al vientre.
Lágrimas de sus sufrimientos golpean sus mejillas, temerosa de que la idea sea una realidad. Se levanta del suelo con rapidez, y sigue aturdida. Cuando vuelve a caer, una risa viene desde un punto de la sala. Scarlett parpadea buscando el responsable.
—Tu misma fuiste la culpable de ese golpe —Cillian parece beber algo.
Scarlett se arrastra hacia atrás. Es un demonio mismo, pero ahora la idea de estar sola con él, y luego de sus amenazas contra su bebé la aterran, incluso más cuando estaba con el señor Van Rome. Vuelve a tocar su vientre.
Cillian da pasos hacia ella para tomarla del brazo sin perder más tiempo, arrastrándola hacia la puerta.
—Qué lástima que ese golpe no te mató, hubiese sido perfecto —Cillian suelta con oscuridad. La está sacando del departamento a la fuerza, y sus pies aún adormilados no pueden seguirle el paso—. Camina. O te juro por Dios que te vas arrepentir.
Scarlett parece un poco ida en su propia mente. No se detiene pese a que su cabeza le repite que debe luchar para liberarse de Cillian, pero es en vano. Cillian la tiene a la fuerza, y Scarlett comienza a debilitarse aún más. El golpe de la cabeza sigue doliendo, y probablemente esté sangrando.
Al darse cuenta que ninguna de las personas a su alrededor parece importarle lo que le sucede, Scarlett no tiene fuerzas tampoco para llorar. Cillian la está llevando a una camioneta. Tan sólo ruega que Mary se da cuenta de lo que ocurre, pero tampoco puede confiar de las demás personas. Si ella misma no puede ser de ayuda…¿entonces quién podrá salvarle?
Nadie. Intenta moverse el cuerpo para atraer la atención de los demás, pero Cilian tiene el descaro de decir que es una paciente mental que se acaba de escapar. Abre la boca y no puede emitir ningún sonido. Su ropa mojada por completo con lágrimas de desesperación.
«¿A dónde me lleva…?» son los pensamientos de Scarlett cuando visualiza nublada su alrededor. Luego, un torbellino negro, como una manta que cubre su cabeza y sus ojos. Cierra los ojos, abrazando su vientre, como si de esa manera protegiera al niño que crece dentro de ella. Una parte suya que nada tiene qué ver con las aberradas intenciones de Zayda, y que ahora la están llevando a otro infierno.
Cillian la montó en un auto como si nada, aprovechándose de su debilidad, y llevándola a donde sólo él sabe. Fingió ser una pareja de esposos acariciándole su melena pelirroja como si nada. Pero eso sólo duró unos cuantos momentos porque Scarlett sintió el viento frío de Chicago cuando alguien abrió la puerta de la camioneta donde iban.
Ahora, sólo está caminando descalza por un pasillo. Están en una casa, es lo que puede ver ahora que comienza a tener mejor vista. Una mujer la acompaña a su lado, en silencio. Scarlett intenta detenerse, porque sabe que la lleva al sitio que pretende llevar a cabo lo que Cillian quiere con su bebé. La mujer sigue llevándola, ignorando los movimientos bruscos de Scarlett.
—Antes de que haga otra cosa estúpida —Cillian ordena—, apresúrate a sacarle ese niño cuanto antes. No tengo toda la mañana —la frialdad en las palabras de Cillian atormentan a Scarlett, moviéndose lo más que puede hacia atrás aún cuando la acorralan a la camilla—. ¡Ahora!
Es una inútil. Al no hablar es inútil. Al no gritar por ayuda, llamar a cualquiera. Su imperfección y debilidades lastimándola como siempre. Quiere llorar, pero las lágrimas no salen. Tener a éste niño en su vientre es una bendición, a su vez, que es su propio pase al infierno.
Scarlett le gustaría gritar por primera vez para romper la maldición que tiene desde que nació con ésta miserable vida, saber lo que es gritar por su propia voz y salir de esto. Su llanto silencioso es desinterés por parte de los presentes: la mujer que la trajo, un doctor con mascarilla y el demonio de Cillian en la puerta, fumando con la mirada fija en la situación.
Scarlett intenta incluso caer al piso para impedirle a la mujer que la coloque en la camilla.
—¡Está histérica! —exclama la mujer enojada a Cillian.
—Dale un sedante. Se calmará —Cillian arroja sin un pedazo de piedad—. ¡Me escucharon!
El doctor y la mujer tienen que sostenerla con fuerza porque Scarlett ambiciona con escapar de aquí entre lágrimas. La idea de que lastimen a su bebé la atormenta de una manera tan irracional que jamás ha luchado tanto en su vida por salvarse de Cillian. Al darse cuenta qué las personas han seguido al pie de la letra las órdenes grotescas de Cillian, Scarlett cae a la camilla desbordada en lágrimas.
—Terminen con esto ya—Cillian está a nada de perder la cordura por la impaciencia.
Todavía recuerda cómo se enteró de esto. Scarlett dejó caer los papeles que traía en su cartera, los cuales no agarró al momento de echarla de la casa. Olivia fue quien se dio cuenta e histérica fue la primera que leyó el informe. Scarlett estaba embarazada. Cillian le arrebató el papel de la mano y en efecto, era una prueba que confirmaba el embarazo de Scarlett, su ahora exesposa. Cillian hirvió de cólera. ¿Qué era eso? ¿Una especie de broma? Pero la broma pasaría al escándalo si Scarlett demostraba que esperaba un hijo. En verdad entraría su familia en un escandalo y Cillian no podría recibir la herencia de que tanto habla. Esa muda buena para nada dañaría todo.
—Cuando ella salga de aquí —Cillian le señala al doctor—, harás el informe de que está loca, que es una enferma mental. No podemos arriesgarnos —otra ojeada le da a Scarlett, ya atada en la camilla—, le daré el dinero cuando esto termine y ni una palabra a nadie…—amenaza—, porque si me entero que abrió la boca lo destruiré. A ambos —también se dirige a la mujer.
Ni el doctor ni la mujer tardan en estremecerse. Scarlett, ya atada, no puede hacer nada. De la impotencia su dolor es grave y más intenso por el dolor de la cabeza. Un centello transparente la alarma, y es la aguja para el sedante. Scarlett abre la boca, buscando alguna manera de gritar, de que su voz nazca y así pedir ayuda, pero sigue siendo en vano.
Busca la mirada de la mujer, y sacude la cabeza desesperada, pidiéndole con los ojos que no lo haga. Sin embargo, lo único que logra ver en la mujer es un claro destello de ansiedad, e incluso así, no dice nada y no detiene su acto.
Scarlett cierra los ojos cuando inyecta la aguja. Mira la luz de arriba, blanca y lejana, y al girar hacia la ventana que da al patio, su lágrima moja la almohada.
«Alguien qué me ayude» Scarlett súplica dentro de sí misma. «Alguien salve a mi bebé…»
—Ya estamos listos. El sedante actuará en unos minutos —el doctor ya se coloca los guantes. La mujer se echa hacia atrás, mirando fijamente a Scarlett—. Anastasia, aléjate de ella.
Scarlett trata de mantener los ojos abiertos. Mientras su pecho baja y sube, mueve los ojos hacia todos los lugares buscando la salida de éste infierno. Su cuerpo volverá a ser usado por otras personas y no tendrá escapatoria. Ésta vez no puede ser igual. Y el bebé que yace en su vientre no merece esto. Se niega a dejar que abusen de ella.
—¿Qué intentas, Scarlett? —Cillian desaprueba su intento de levantarse otra vez—. Te ves como una idiota, Scarlett. No conseguirás nada.
El sedante comienza a hacer efecto, un veneno apoderándose de sus extremidades y de su fuerza. No puede recobrar fuerzas, no puede. Lucha, aunque sabe que no conseguirá nada. Aún así lucha y Scarlett, creyendo que el último intento para sobrevivir será en vano, tal cual como lo dice Cillian, cae a la cama justo cuando un sonido extraño, estrepitoso, cubre toda la habitación.
—¿Qué es eso? —Cillian mira hacia la lámpara de arriba. La misma se tambalea, como si estuviera sucediendo un terremoto—. ¡¿Qué carajos es ese sonido?!
—¿Eso es…? —Anastasia comienza incrédula y sorprendida—, ¿un helicóptero…?
Cillian mira fuera de la ventana. El doctor tiene que bajar las pinzas a la mesa otra vez al darse cuenta de lo mismo. El rostro de Cillian cambia de una forma inigualable al notar que Anastasia tiene razón. ¿Qué es lo que sucede afuera?
Como no entiende tiene qué salir de la habitación empujando a los dos escoltas para visualizar que en el patio de la casa, los árboles se mueven de un lado al otro y la grama verde se dispersa por culpa de la hélice: un helicóptero aterriza.
Cillian palidece por el horror y el enojo.
—¡¿Qué carajos…?! —empieza a decir, cubriéndose del potente viento que suelta las aspas del helicóptero. Al bajar los brazos, no hay palabras para el rostro que se le ha formado.
El helicóptero aterriza por completo, y de él baja un hombre apenas reconocible para Cillian Harworth.
—¿Qué está sucediendo, doctor? —Anastasia habla, petrificada todavía. Mira a Scarlett, moviéndose de un lado a otro, totalmente afectada por el sedante—. ¿Sabe si…?
—¡No sé, Anastasia! ¡No sé qué sucede! Pero será mejor que prevengamos, y salgamos de aquí cuanto antes. Esto no pinta nada bien —justo cuando finaliza el doctor sus palabras, la puerta se abre retumbando con un sonido sordo, haciendo que Anastasia grite de sorpresa.
Un hombre vestido en negro entra a la habitación como un animal. Anastasia y el doctor, horrorizados por lo que sucede, no pueden describir a semejante bestia que camina en busca de algo en específico, sin visualizarlos a ellos. Al encontrar lo qué busca, su mirada asesina se suaviza. Se dirige hacia Scarlett.
—¿Qué está haciendo? —Anastasia intenta detenerlo pero otro hombre la detiene apuntándola con un arma. A Anastasia se le va el alma.
Scarlett, moribunda por el sedante, parpadea, viendo hacia arriba cuando algo cubre la luz de la lámpara. Al no reconocer al hombre porque su mirada se vuelve borrosa, cierra los ojos. El hombre lanza las cuerdas que la atan rompiéndolas con una sola mano antes de cargarla hacia sus brazos.
—¡¿Quién m****a eres tú?! ¡¿Qué estás haciendo?! —Cillian aparece justo para mirar a Scarlett en los brazos de la bestia frente a él. Lo lanzó a un lado y un par de hombres lo sostuvieron para que no lo siguiera. Pero Cillian logró evadirlos—. ¡Bájala ahora mismo!
Cillian grita de dolor cayendo al suelo. La bestia le acaba de disparar en la rodilla.
—Ésta misma noche iré por tu cráneo —habla el hombre.
—¡¿Quién eres tú?! —Cillian divisa la sangre en el suelo, saliendo de su pierna—. Maldito desgraciado, ¡Te juro que…!
—Desaparece de ésta ciudad —el hombre carga a Scarlett con un solo brazo y con la otra apunta a Cillian—. No quiero que pises el mismo suelo por donde caminará mi hijo.
Cillian abre los ojos, anonadado por lo que escucha.
El rostro de Gerald está cubierto por la oscuridad, algo letal y amenazante cuando Cillian lo ve. Sin decir una palabra más, Gerald se marcha cargando a Scarlett sedada en sus brazos con suavidad de no lastimarla. Los hombres de Gerald esperan a que su jefe salga para terminar amenazando a los presentes. Anastasia y el doctor se arrodillan temerosos de ellos, y Cillian se ha quedado en el aire por lo que acaba de escuchar.
Scarlett no lo sabe aún, dormida y segura ya, pero quien la lleva en los brazos es la bestia de quien huyó, y el padre de su hijo.
La última vez que había dormido tanto fue en su niñez, donde todavía seguía con su madre y no la habían separado de ella. Scarlett bosteza, levantándose de una superficie cómoda. No abre los ojos todavía, porque, aunque sienta que ha descansado, el malestar continúa. Poco, pero continúa. Sólo se escucha el silencio en éste lugar. Abre los ojos, y lo primero que observa es a una mujer tocando las cortinas blancas de la habitación. Scarlett observa las mantas, tratando de entender lo qué sucedió…El rostro de Scarlett cambia al sobresalto, y sale de la cama. Debido a sus piernas débiles cae al suelo, y llama la atención de la mujer presente. —¡Señora! —la mujer también cae con ella, con los ojos abiertos—. ¡¿Qué le sucede?!Scarlett señala su vientre. Las lágrimas salen por sí solas. Para ella Cillian realmente la hizo abortar y ahora la han dejado sin nada. Su bebé ya no crece en su vientre y Cillian logró su cometido. —¡Señora! —la mujer toma sus manos—. No se preocupe. Llamaré al
Su esposa.Esposa del criminal más buscado en éste país y a la vez del más poderoso. Un magnate que corrompe todo a su paso. Palabras que reflejan la autoridad suprema del hombre con quien nunca debió tropezarse. Scarlett no creyó que podría existir alguien peor que Cillian, o los hombres de su familia.De su propiedad. De él. Scarlett traga saliva, incomprendida a todo lo que pasa a su alrededor, al lugar donde está, a las intenciones siniestras de éste hombre. No puede huir ahora. La manipulación de Zayda la ha puesto en éste laberinto sin salida y crece un niño dentro de ella también ajeno al mundo donde nacerá.—Antes que nada —Gerald se coloca de pie. Scarlett atrae las manos a su pecho en un intento de ya no tocarlo—. ¿Qué es ese hombre para usted?Scarlett no tiene nada para comunicarse con él o responderle las dudas. Entiende que las personas son ajenas a la voluntad suya de no poder, literalmente, decir una sola palabra. No quiere recordar a Cillian, y todo el horror por la q
No ha dormido. Scarlett sólo vio por la ventana buscando alguna posibilidad para escaparse. No la ha encontrado. En vano, dejó caer la cabeza en la ventana y así ha estado por unas cuantas horas.Alguien toca a su puerta.Es Dorothy otra vez, con una sonrisa. Trae su desayuno.—Buenos días, señorita Scarlett —dice Dorothy—. ¿Se siente bien?La comunicación con las personas de ésta casa será fatal. Sólo puede usar el lenguaje de señas con Mary…¿Mary? Una idea descabellada pasa por la mente de Scarlett al recordar lo que el señor Van Rome le haría al hospital de Mary y lo que le haría a ella. Dios. ¿Qué sucedió después que Cillian se la llevó? ¿Dónde está Mary? Scarlett aprieta los labios con pesar. Vuelve a Dorothy y se acaricia el vientre.—¿Quiere ir al baño, señorita? —sabía que Dorothy es inteligente—. Oh, de acuerdo. Sígame, por aquí —responde Dorothy con una sonrisa luego de ver a Scarlett asentir.Toma una bocanada de aire levantándose de la silla. Observa los pasillos con deter
—Ahora firmará los papeles del matrimonio.Scarlett mueve la cabeza. ¡No, no y no! Su expresión va desde la incredulidad hasta el terror. Él no puede obligarla.Scarlett niega con un movimiento de cabeza.Gerald entrecierra los ojos, fijo totalmente en Scarlett. Teme de que ataque ahora, que la asesine por haber pisado su territorio y por mentirle, que la torture como todos dicen que él hace con sus enemigos. ¿Y el niño en su vientre? ¿Qué hay de él? ¿O de ella? No es sólo de él. Estaba inconsciente cuando le hicieron la inseminación así que no hizo ningún trato con éste hombre. ¡Éste hijo es suyo sin ningún tipo de contrato!—Firme —Gerald sentencia—, no quiero que esto se alargue. No se lo recomiendo.Scarlett mueve los labios, aunque no pueda hablar, no está absuelta de que los demás lean sus labios.“No quiero.” Es lo que intentó decir.Gerald la mira con intensidad. Scarlett está arriesgando demasiado.—No le estoy preguntando —Gerald mantiene la calma, pero su paciencia parece a
—Una incompetente. Eso es lo qué eres. Éste año casado contigo no fue sino una idiotez de mi familia. ¡Casado con una discapacitada qué nada puede hacer! Ni para soltar un solo gemido —el hombre lanza los papeles directo hacia al pecho de Scarlett—, los malditos papeles del divorcio. Los ojos de la mujer, a quien habla, no están más qué dolorosamente horrorizados. Intenta sostenerse de la puerta y escuchándolo, se da cuenta que su esposo va en serio.—Eres infértil y tu familia pagará por haberme mentido —el hombre la señala, mirándola como siempre ha hecho todo éste tiempo.Odio.Cuando él retrocede, furioso, Scarlett abre los ojos y traga saliva. Lo alcanza, agarrándolo por el brazo.—¡No me toques! —el manoteo la tumba al suelo. Scarlett se lleva las manos a su vientre, impactada por lo que su ahora exesposo acaba de hacer. Su cartera también se cae con las cosas que lleva dentro—, lo único que tenías que hacer era quedarte embarazada y ni para eso sirves. No hablas, no dices nada
—No puedes quedarte embarazada y tenemos que atar como sea a la familia Harworth —su tía la agarró del brazo, empujándola. Scarlett apenas se había levantado de una profunda anestesia en la sala de un hospital. La expresión de Scarlett había sido de horror. —Tuvimos qué sedarte porque estabas como loca. Pero ya no te preocupes más, querida. En tu vientre ya llevas nuestra llave a la gloria. ¿Puedes creerlo? Ya nuestra redención volverá, nuestras familias se unirán y serás la madre del heredero de los Harworth —confesó su tía, de brazos cruzados frente a ella—. Llevas a un bebé dentro de ti.Scarlett creyó que la habían abofeteado cuando escuchó a su tía. Comenzó a removerse de la camilla, dándose cuenta que incluso estaba atada. —Una inseminación artificial, no te preocupes. No pasa nada, linda Scarlett —su tía le acarició el cabello pelirrojo con suavidad—, ya tienes un hijo en tu vientre.Scarlett movió la cabeza con lágrimas en los ojos. ¿Cómo fue capaz de hacerle eso? Su tía pa
Scarlett permanece inmóvil en su sitio al verlo. Él no puede reconocerla. ¿Verdad? No, claro qué no. Su familia la ha mantenido oculta toda la vida por su discapacidad. Ni siquiera ha asistido a ninguna de las fiestas de su familia. Nadie sabe el rostro de éste hombre. Absolutamente nadie. Peligroso, corrosivo, la oscuridad misma y con el mundo postrado a sus pies. Todo éste territorio es suyo y una familia no puede estar en el territorio de otra sin su permiso. Si éste hombre se entera quien es ella, la asesinará, y de quien es hija y nieta. Scarlett aguanta la respiración. —¿Me entendió? Parpadea, oyéndolo. Sus manos se agarran con fuerza, pero no mueve la cabeza para señalarle que entendió. Prefiere sólo permanecer con el corazón en la mano mientras busca la forma de salir de éste lío. No. Una y mil veces no.—Señorita.Scarlett asiente.—No ignoraré el hecho de que la clínica no me comentó de su condición —el señor Van Rome entrecierra los ojos amenazantes—. Demandaré al hospit