3. Pesadillas

Scarlett permanece inmóvil en su sitio al verlo. Él no puede reconocerla. ¿Verdad? No, claro qué no. Su familia la ha mantenido oculta toda la vida por su discapacidad. Ni siquiera ha asistido a ninguna de las fiestas de su familia. 

Nadie sabe el rostro de éste hombre. Absolutamente nadie. Peligroso, corrosivo, la oscuridad misma y con el mundo postrado a sus pies. Todo éste territorio es suyo y una familia no puede estar en el territorio de otra sin su permiso. Si éste hombre se entera quien es ella, la asesinará, y de quien es hija y nieta. Scarlett aguanta la respiración. 

—¿Me entendió? 

Parpadea, oyéndolo. Sus manos se agarran con fuerza, pero no mueve la cabeza para señalarle que entendió. Prefiere sólo permanecer con el corazón en la mano mientras busca la forma de salir de éste lío. No. Una y mil veces no.

—Señorita.

Scarlett asiente.

—No ignoraré el hecho de que la clínica no me comentó de su condición —el señor Van Rome entrecierra los ojos amenazantes—. Demandaré al hospital por haberme engañado.

Scarlett mueve la cabeza como un trampolín, aterrada.

“No, por favor.” Hace sus señas rápidamente, pero rápidamente se da cuenta que él no la entenderá. 

El señor Gerald la mira con un fruncido de cejas. Luego la vez más enojado. Demonios, está demasiado enojado. No quiere imaginar lo qué haría si se entera de la verdad. 

Sus ojos la aterran. Una pequeña cicatriz comienza desde su comisura derecha hasta llegar al mentón, como si fuese una garra. También tiene otras cicatrices pequeñas viejas en todo su rostro, lo cual lo hace totalmente intimidante para ella que ya ha visto a varios hombres intimidantes en su mundo.

Él se acerca y Scarlett cree que ya lo sabe todo. Scarlett, con sus largas pestañas, nota fijamente lo tan claros qué son sus ojos, hundidos, con cejas pobladas. Sus pómulos son marcados, y es de piel bronceada. Sus labios son de ese color rosado natural, fruncidos en una línea recta. Jamás había estado en la presencia de un hombre tan intimidante como él. Era algo distinto con sus tíos y primos, quienes siempre buscan como amenazar con su sola presencia. 

El señor Van Rome no tiene la necesidad. La oscuridad en su rostro es lo único que vasta. Scarlett mueve la cabeza, como si negara y le pidiera que no lo hiciera.

—Clausuraré ese hospital.

Sus cejas se fruncen en el sorprendido dolor, retrocediendo al darse cuenta que el hombre cruel del que siempre escuchó hablar no está nada lejos de la verdad.

—Llame a la doctora de inmediato, necesito hablar con ella. Luego de terminar con ella usted viene conmigo —Gerald le clava los ojos directos, indiferente, pero con una clara amenaza.

Las mejillas de Scarlett se sonrojan por la rabia. ¿¡Cómo es posible que él actúe así?!

Scarlett mueve la cabeza, dando a entender que no llamara a Mary. 

Gerald cruza las manos. Los tatuajes la intimidan más de lo que pudo haber pensado, porque son un recuerdo de lo poderoso que es éste hombre, y por esa razón su familia lo odia, al igual que él odia a la suya por subestimarlo. Nadie se atreve a contradecirlo, pero casi nadie lo ha visto en persona. Sólo unos pocos, y quien asiste a las reuniones por él es su mano derecha es lo que le han dicho.

—Llame a la doctora —repite el señor Van Rome. 

Scarlett toma una bocanada de aire, tomándose de las manos. Él no esperará respuesta y Scarlett sabe que tiene que irse de aquí de inmediato. Cuanto antes. 

Scarlett no espera un solo segundo antes de salir de la oficina con el corazón en la mano. Observa los pasillos con determinada mirada. 

Puede que toda la vida haya estado sometida bajo los abusos de su familia, pero lo único en que la convirtió fue en algo más fuerte. Ni siquiera su mutismo es un impedimento. Pero está más aterrada qué nunca. 

Camina por los pasillos en búsqueda de Mary. Ese hombre la aterra tanto qué lo último que desea es pasar un segundo más con él. 

Era a esa familia a la que su padre les debía, y por esas apuestas fue que perdió la vida. No quiere imaginar lo demás. No, no. 

Sigue sin encontrar a Mary, y da otra vuelta antes de chocar con alguien. La persona logra estabilizarla, pero de una vez el rostro de Scarlett cambia al darse cuenta de quién se trata: Elijah. 

—Scarlett —Elijah pronuncia. Un dotado doctor rubio y de claros ojos azules en su bata usual, cruzando se de brazos—. Vaya, qué sorpresa. ¿Qué haces por aquí?

Scarlett frunce su ceño, y de inmediato pasa por su lado. Elijah sostiene su hombro, sorprendiéndola de vuelta.

—No has respondido, cariño. ¿Qué haces aquí? No deberías estar aquí…

Scarlett se zafa de su agarre con amargura, y vuelve a darse la vuelta para alejarse lo más posible y lo más lejos de él. Lo cual consigue cuando camina sin parar. Ese desgraciado de Elijah es cómplice de que esto le esté pasando. 

—¡Scarlett! —Mary pronuncia cuando dobla el pasillo. Scarlett corre hacia ella de inmediato, tomando sus manos—. ¿¡Qué…?! ¿¡Qué pasa?!

Scarlett mueve las manos.

—¿Cómo que te ayude a escapar? 

Scarlett toma aire. 

—¿Qué…? ¿Estás segura? —Mary susurra.

Asiente.

“Necesito escapar de aquí ahora” Scarlett es capaz de decirle rápidamente.” Ese hombre no sólo es un magnate, es peligroso. Tiene las marcas. Es el jefe de la familia sospechosa de la muerte de mi padre.”

—Por Dios, Scarlett —Mary balbucea cuando la toma por los brazos—. ¿Y a dónde irás? ¿Estás segura de esto? ¿Qué hemos hecho…?

“Ayúdame” Scarlett mueve las manos rápidamente en señas. Sus ojos son quienes suplican.

Mary la ve, dubitativa y preocupada. 

—Usa mi auto —Mary le dice—. Puedes ir a mi apartamento mientras amaneces. Yo iré después.

Scarlett asiente cuando Mary le entrega las llaves.

—Ese hombre me matará —Mary se detiene—. No, no, Scarlett. No puedo hacer esto. ¿Qué le diré a mi familia?

Scarlett se lleva la mano al corazón. “Confía en mí” es su señal. 

Mary agarra aire, y hace un gesto de que está de acuerdo.

—Ve, yo me encargo de él mientras tanto. Fingiré que no sé nada, y debemos actuar como si nos conociéramos. Scarlett, ve con cuidado…—Mary le pide en un susurro.

Scarlett mueve la cabeza y le sonríe nerviosa para agradecerle. Mary le señala la salida de emergencia y Scarlett usa sus fuerzas para empujarla, saliendo a las escaleras. Alza la mirada, y toma un suspiro fuerte. 

Scarlett no había estado tan asustada en toda su existencia.

«Tranquilo, bebé. Nos vamos a ir muy lejos de aquí, de éste monstruo. Lamento que estés pasando por esto. Pero él no me separará de ti por más cruel que sea. Y además eres mi hijo» Son los pensamientos de Scarlett con la mano en su vientre.

Sin embargo, Elijah se da cuenta qué algo no sienta bien mientras mira desde la esquina a Mary. ¿Qué hace Scarlett aquí? Se supone que su marido la tiene encerrada en aquella mansión porque no puede salir por ahí como si nada. 

Elijah se aleja tomando su teléfono para marcar a alguien es especifico, cuidando sus espaldas para que nadie lo oiga o lo vea.

—Acabo de ver a tu sobrina aquí en la clínica—Elijah dice de malhumor—. Está sola, con Mary. ¿Por qué razón no está con su marido? Sí, sola. Hicimos un acuerdo, Zayda. No quiero problemas, y es mejor que te hagas cargo de tu sobrina antes de que haga una estupidez —Elijah se acerca a la ventana, lo que le da la vista del estacionamiento de la clínica. Puede ver a Scarlett entrando en el auto—, dame el dinero que aún me debes, Zayda. Esto de ver a tu sobrina discapacita aquí no lo voy a tolerar.

Elijah cuelga, mirando con discordia el carro ya saliendo del lugar.

Scarlett enciende el teléfono celular para visualizar la hora y guiarse para el departamento de Mary. Ni su tía ni Cillian la dejan salir de la mansión de los Harworth por la vergüenza de tener a alguien así por su condición. La lluvia ya cae con fiereza, haciéndola temblar un poco. Aprendió a manejar porque Mary le enseño en secreto, pero manejar sola largos kilómetros le hacen temblar el corazón. Mira por el retrovisor en busca de alguna sospecha, pero está bien. 

Debe desaparecer. Ahora que tiene la oportunidad. Donde ni su tía ni aquella bestia la puedan conseguir. Podrá criar sola a su hijo si así la vida se lo permite. Tiene muchos planes, y ya encontrara la manera de regresar a buscar a su madre. Lo importante es irse, y desaparecer cuántos antes de aquí. Es lo único que necesita hacer. 

Scarlett baja del auto, mirando el departamento de Mary. La lluvia la moja, y tiembla por todas las emociones de antes. Mira hacia atrás, pero no hay sospecha de nada, ni de nadie. Corre como puede hacia el departamento de Mary para buscar ropa y lo que necesite. 

Scarlett observa la hora. Ya es demasiado tarde, casi de madrugada. No puede quedarse en éste apartamento. Le avisa a Mary por mensaje que el dinero que tiene guardado aquí lo tomará para tomar un bus y marcharse. Ya pensará qué hacer por el camino.

Al llegar a la sala, Scarlett se da cuenta que el silencio profundo es una mala señal para ella. Se gira hacia la puerta de la salida del departamento y se congela de inmediato. ¿Qué es esto? 

La puerta está abierta. 

Scarlett retrocede. Mirando a todas partes no consigue nada. 

Antes de girar para tomar la bolsa que preparó, se tambalea hacia atrás. 

Alguien jala su cabello con fuerza, lastimándola de forma tan brusca que apenas puede pensar en el dolor. 

—Mentirosa desgraciada. Estas embarazada ¿No es así? ¿Quién diría que una mujer como tu podría ser una zorra? —Scarlett abre los ojos al reconocer la voz de Cillian—. Tú no vas arruinarme con ese embarazo. Claro qué no. ¡Haré que lo pierdas! 

¿Cómo pudo enterarse? ¿En qué momento? Scarlett mira hacia todas partes, tratando de encontrar algo que la ayude a salir cuanto antes de éste lugar. No, no puede ser posible. Scarlett empieza a aruñar la mano de Cillian antes de qué éste la suelte con un quejido.

Scarlett aprovecha los segundos para correr hacia la puerta. Y aunque lo intenta, Cillian la jalonea hacia atrás, abrazándola con la fuerza necesaria para no dejarla escapar. 

—Escúchame bien, Scarlett —Cillian le habla en su oído—, vas a acompañarme y será mejor que escuches bien lo qué te digo porque no lo repetiré dos veces. Tú a ese engendro no lo tendrás. ¡¿Me escuchaste?! ¡No le voy a dar el gusto a tu pútrida familia de que la mía tenga un escándalo!

Scarlett empieza a lagrimar del susto. ¡Cillian está loco! Quiere obligarla a algo inhumano, usando la misma maña que Zayda al usarla sin su consentimiento, a lastimarla. Una vida crece dentro suyo, y esa vida es suya, y quiere proteger esa vida a toda costa. Tiene qué luchar con todas sus fuerzas para que este hombre no vuelva a tocarla. 

Intenta zafarse, aruñando y pataleando, sosteniéndose de la puerta. Cillian la jala hacia atrás. Scarlett vuelve a caer al piso. 

—¿Qué estabas pensando? ¿Qué no me enteraría? —Cillian le agarra el rostro—. No voy a tener a un hijo fuera del matrimonio y no vas a tenerlo ahora que Olivia está embarazada de mi hijo. Eres una…¡Eres una…! —Cillian la toma del brazo, levantándole. Scarlett vuelve a zafarse—. Ahora es muy tarde para que me pidas herencia y usas a un engendro como moneda de cambio. A esa cosa la abortas.

Scarlett abre los ojos. Empieza a patalearlo para que la suelte, y consigue molestar aún más a Cillian. La noticia le ha caído tan mal que casi se va en vómito por imaginarse a Cillian haciendo esas tales cosas. Lo único que puede hacer Scarlett con su garganta son plañideros que le lastiman la garganta y suenan a un jadeo doloroso. Golpea a Cillian antes de que éste la golpee en el rostro.

Ataja sus mejillas con fuerzas.

—No volverás a verme la cara de idiota. ¿Me escuchaste? 

Lo último que recuerda Scarlett es el sonido de su teléfono sonando en un timbre potente antes de que el aturdimiento por el golpe la desmaye.

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