—No puedes quedarte embarazada y tenemos que atar como sea a la familia Harworth —su tía la agarró del brazo, empujándola. Scarlett apenas se había levantado de una profunda anestesia en la sala de un hospital.
La expresión de Scarlett había sido de horror.
—Tuvimos qué sedarte porque estabas como loca. Pero ya no te preocupes más, querida. En tu vientre ya llevas nuestra llave a la gloria. ¿Puedes creerlo? Ya nuestra redención volverá, nuestras familias se unirán y serás la madre del heredero de los Harworth —confesó su tía, de brazos cruzados frente a ella—. Llevas a un bebé dentro de ti.
Scarlett creyó que la habían abofeteado cuando escuchó a su tía. Comenzó a removerse de la camilla, dándose cuenta que incluso estaba atada.
—Una inseminación artificial, no te preocupes. No pasa nada, linda Scarlett —su tía le acarició el cabello pelirrojo con suavidad—, ya tienes un hijo en tu vientre.
Scarlett movió la cabeza con lágrimas en los ojos. ¿Cómo fue capaz de hacerle eso? Su tía pasó por su lado, y Scarlett la tomó de la muñeca. Su tía no la entiende, mucho menos sabe como comunicarse con ella. Vulnerable, Scarlett sólo había llorado por enterarse de ese horror. Su tía se zafó de su agarre con fuerza.
—Agradece que esto lo estoy haciendo para salvarte. No te has quedado embarazada y te casaste con Cillian para darle un niño —su tía le señaló el vientre—, llevas ahí al heredero de los Harworth y tu dinero. Te salvé de la ruina, deja de actuar como una niña.
Scarlett se agarró el vientre, pálida.
—Dile a Cillian que quedaste embarazada al fin y que sólo eran cosas de hormonas. No se te ocurra decir que Cilian es infértil porque no nos conviene. ¡Y punto! Actúa para tu propio beneficio y dile que estás embarazada cuanto antes, o te juro que nunca verás a tu madre de vuelta.
Scarlett no podía creerlo. ¿Mentir? ¿Cómo ella mentiría antes los abusos de su tía?
Las palabras de su tía retumban en su cabeza incluso ahora.
La primera lágrima aparece.
—Te prometo que me encargaré de ello, lo prometo. Te prometo que-
Scarlett se cubre el rostro, rompiendo a llorar. Mary corre a abrazarla.
—Nada de esto es tu culpa, Scarlett. Todo es culpa de tu tía porque hizo algo ilegal en contra tuya, haciendo esa bajeza luego de sedarte. Escucha, podemos buscarle la solución a esto si buscamos a la mujer que debía llevar el hijo de ese hombre, y ya está. Y aprovechas a denunciar a tu tía por lo que hizo.
Scarlett sigue llorando.
—Debemos hacer algo…porque ese hombre está aquí, Scarlett, ha venido hoy para conocer a la madre subrogada.
Scarlett la observa, quitándose las lágrimas del rostro.
“¿Aquí?” Scarlett pregunta con los dedos de su mano.
—Tienes que irte de inmediato, Scarlett. Buscaré una solución por si él pregunta y-
Scarlette gira el rostro hacia la puerta cuando alguien entra.
Su cuerpo queda guindado en la estratosfera cuando de repente, a la oficina de Mary y sin pedir permiso el extraño hombre que entra a éste lugar lanza oscuridad. Un aura que le quita el aliento. Su inesperada intromisión la asusta.
“¿Quién es él?” Scarlett pregunta a Mary. Al mirarla, su amiga está tan pálida como la bata blanca que usa. Interpreta el miedo que la acobarda como algo que tiene que sospechar también.
Mary no logra responder.
—¿Ella es la mujer que lleva a mi hijo?
Scarlett revienta en horror al oírlo, y logra comprender la palidez de Mary.
Desbordando terror, se gira nuevamente con los ojos abiertos hacia el hombre de voz grave, quien imperturbable espera una respuesta.
Éste extraño hombre le da una ojeada de arriba hacia abajo. Mary mira a Scarlett buscando su ayuda, incapaz de decir algo. Scarlett la observa. No puede ser. Ella tiene qué hacer algo.
Mary está a punto de hablar
“Yo soy la madre. Dile que yo soy la madre.” Scarlett señala con rapidez.
Mary la ve como si hubiese dicho la peor noticia del mundo, como si le dijera “¿Estás loca?” Scarlett asiente, abriendo sus ojos para qué le crea, para que sepa que no está jugando. Mary comienza tartamudeando y luego se recompone a los segundos.
—Le presento a la madre subrogada, señor Van Rome. Es ella quien está esperando a su hijo —Mary confiesa.
Scarlett se gira hacia el señor Van Rome, tomándose de las manos y agarrando un fuerte suspiro ante asentir. ¿Qué está haciendo? Salvando a Mary de la sentencia. No puede dejar a la deriva a su amiga siendo ésta la única que la ha ayudado.
La bestia de dos metros usa guantes negros, perfectamente vestido en traje y un gran saco enorme que lo camufla como una sombra. Visualiza a Scarlett de pies a cabeza con bastante sigilo. Una sola mirada basta para que Scarlett se dé cuenta que éste hombre parece clavarle cuchillos en vez de ojos. Se tensa de pies a cabeza con esos ojos de piedra perforándola. Y por eso da un paso hacia atrás.
—No habla.
El señor Van Rome le habla directamente a Scarlett, sin dirigirse a Mary. Cuando se ha quedado pensando en la respuesta, Scarlett mueve su cabeza en negación.
—¿El niño también tendrá esa discapacidad? —la pregunta del señor Van Rome es hecha con seriedad. Una seriedad frívola que desespera a Scarlett.
—Las posibilidades son bajas, señor. La condición que tiene la señorita de nacimiento no afectará al feto —es debido a Mary que puede Scarlette puede respirar—, las complicaciones…
—Déjeme solo con ésta mujer —una rígida voz potente colisiona en toda la oficina, y Scarlett no es capaz de procesar otra cosa.
Scarlett y Mary se miran la una a la otra. Sobre todo Mary quien trata de buscarle una explicación a esto.
—¿Señor Van Rome? —Mary sólo necesita una mirada del señor Van Rome para silenciarse y asentir—. De acuerdo. Estaré afuera —Mary le sonríe a Scarlett.
Scarlett le pide con los ojos que no se marche, pero considerando que ésta situación es de vida o muerte, y se ha salido de las manos, Scarlett no tiene muchas opciones.
Cuando Mary los deja solo, Scarlett parpadea, con los labios pálidos.
El señor Van Rome se detiene para mirar fijamente a Scarlett, robándole el aliento.
—Tome asiento.
Scarlette no quiere hacerlo, y retrocede asustada.
—Tome asiento, señorita.
Scarlett se muerde el labio. Una pequeña niña es a quien debe ordenar, no a ella. Pero considerando sus opciones, lo mínimo que debe hacer Scarlett es seguir lo que éste, aún extraño, hombre le dice.
A punto está de tomar asiento, pero un destello la saca de sí misma. Mientras más lo ve, más se congela. El tiempo, a su momento, camina lento, y luego…explota.
Éste hombre se quita sus guantes de cuero, revelando sus manos tatuadas. La marca qué observa vive ahí.
Oh. Por. Dios.
Todo explota.
La expresión atónita sobrevuela la expresión de Scarlett. Y esto no puede ser cierto.
—Quiero hablarle personalmente de los términos del contrato de la subrogación, señorita.
Sus ojos tan abiertos se alzan hacia él, sus manos temblando, los labios castañeando ante ésta situación.
¡¿Quién es éste hombre…?!
—Nueve meses. Sólo nueve meses para qué de luz a mi heredero y para tener la total custodia de él. No quiero objeción, ni mucho menos peros. Es el contrato estipulado que usted me va a firmar cuando me acompañe.
Los tatuajes revelan una sola casa. El símbolo lo une directamente a la familia enemiga de la suya. Su expresión de horror la delata. No es eso lo que la aterra.
Sino los tatuajes que reflejan su lugar en la jerarquía de esa familia: el jefe. Los integrantes de una organización criminal llevan éstos tatuajes para saber que pertenecen a ella. Y el tatuaje que posee éste hombre sólo lo lleva el jefe de una familia mafiosa.
¡¿Es el enemigo de su familia…?! Scarlett se ahoga en su propia saliva.
—Sabré que hará todo el día y sobre todas las cosas —el señor Gerald se inclina hacia adelante. Scarlett se queda paralizada por completo—, el contrato expira cuando nazca mi heredero. ¿Quedamos claros, señorita?
Scarlett pierde las fuerzas.
¡Embarazada del enemigo número uno de su familia y del hombre más peligroso del país!
Scarlett permanece inmóvil en su sitio al verlo. Él no puede reconocerla. ¿Verdad? No, claro qué no. Su familia la ha mantenido oculta toda la vida por su discapacidad. Ni siquiera ha asistido a ninguna de las fiestas de su familia. Nadie sabe el rostro de éste hombre. Absolutamente nadie. Peligroso, corrosivo, la oscuridad misma y con el mundo postrado a sus pies. Todo éste territorio es suyo y una familia no puede estar en el territorio de otra sin su permiso. Si éste hombre se entera quien es ella, la asesinará, y de quien es hija y nieta. Scarlett aguanta la respiración. —¿Me entendió? Parpadea, oyéndolo. Sus manos se agarran con fuerza, pero no mueve la cabeza para señalarle que entendió. Prefiere sólo permanecer con el corazón en la mano mientras busca la forma de salir de éste lío. No. Una y mil veces no.—Señorita.Scarlett asiente.—No ignoraré el hecho de que la clínica no me comentó de su condición —el señor Van Rome entrecierra los ojos amenazantes—. Demandaré al hospit
Adormilada, Scarlett se remueve de la superficie en donde está. Sus ojos entrecerrados ven la luz del día traspasar por las mismas ventanas de la sala de Mary. Se levanta, con un fuerte dolor de cabeza. El primer recuerdo viene a su mente y se lleva las manos al vientre. Lágrimas de sus sufrimientos golpean sus mejillas, temerosa de que la idea sea una realidad. Se levanta del suelo con rapidez, y sigue aturdida. Cuando vuelve a caer, una risa viene desde un punto de la sala. Scarlett parpadea buscando el responsable.—Tu misma fuiste la culpable de ese golpe —Cillian parece beber algo.Scarlett se arrastra hacia atrás. Es un demonio mismo, pero ahora la idea de estar sola con él, y luego de sus amenazas contra su bebé la aterran, incluso más cuando estaba con el señor Van Rome. Vuelve a tocar su vientre.Cillian da pasos hacia ella para tomarla del brazo sin perder más tiempo, arrastrándola hacia la puerta.—Qué lástima que ese golpe no te mató, hubiese sido perfecto —Cillian suelta
La última vez que había dormido tanto fue en su niñez, donde todavía seguía con su madre y no la habían separado de ella. Scarlett bosteza, levantándose de una superficie cómoda. No abre los ojos todavía, porque, aunque sienta que ha descansado, el malestar continúa. Poco, pero continúa. Sólo se escucha el silencio en éste lugar. Abre los ojos, y lo primero que observa es a una mujer tocando las cortinas blancas de la habitación. Scarlett observa las mantas, tratando de entender lo qué sucedió…El rostro de Scarlett cambia al sobresalto, y sale de la cama. Debido a sus piernas débiles cae al suelo, y llama la atención de la mujer presente. —¡Señora! —la mujer también cae con ella, con los ojos abiertos—. ¡¿Qué le sucede?!Scarlett señala su vientre. Las lágrimas salen por sí solas. Para ella Cillian realmente la hizo abortar y ahora la han dejado sin nada. Su bebé ya no crece en su vientre y Cillian logró su cometido. —¡Señora! —la mujer toma sus manos—. No se preocupe. Llamaré al
Su esposa.Esposa del criminal más buscado en éste país y a la vez del más poderoso. Un magnate que corrompe todo a su paso. Palabras que reflejan la autoridad suprema del hombre con quien nunca debió tropezarse. Scarlett no creyó que podría existir alguien peor que Cillian, o los hombres de su familia.De su propiedad. De él. Scarlett traga saliva, incomprendida a todo lo que pasa a su alrededor, al lugar donde está, a las intenciones siniestras de éste hombre. No puede huir ahora. La manipulación de Zayda la ha puesto en éste laberinto sin salida y crece un niño dentro de ella también ajeno al mundo donde nacerá.—Antes que nada —Gerald se coloca de pie. Scarlett atrae las manos a su pecho en un intento de ya no tocarlo—. ¿Qué es ese hombre para usted?Scarlett no tiene nada para comunicarse con él o responderle las dudas. Entiende que las personas son ajenas a la voluntad suya de no poder, literalmente, decir una sola palabra. No quiere recordar a Cillian, y todo el horror por la q
No ha dormido. Scarlett sólo vio por la ventana buscando alguna posibilidad para escaparse. No la ha encontrado. En vano, dejó caer la cabeza en la ventana y así ha estado por unas cuantas horas.Alguien toca a su puerta.Es Dorothy otra vez, con una sonrisa. Trae su desayuno.—Buenos días, señorita Scarlett —dice Dorothy—. ¿Se siente bien?La comunicación con las personas de ésta casa será fatal. Sólo puede usar el lenguaje de señas con Mary…¿Mary? Una idea descabellada pasa por la mente de Scarlett al recordar lo que el señor Van Rome le haría al hospital de Mary y lo que le haría a ella. Dios. ¿Qué sucedió después que Cillian se la llevó? ¿Dónde está Mary? Scarlett aprieta los labios con pesar. Vuelve a Dorothy y se acaricia el vientre.—¿Quiere ir al baño, señorita? —sabía que Dorothy es inteligente—. Oh, de acuerdo. Sígame, por aquí —responde Dorothy con una sonrisa luego de ver a Scarlett asentir.Toma una bocanada de aire levantándose de la silla. Observa los pasillos con deter
—Ahora firmará los papeles del matrimonio.Scarlett mueve la cabeza. ¡No, no y no! Su expresión va desde la incredulidad hasta el terror. Él no puede obligarla.Scarlett niega con un movimiento de cabeza.Gerald entrecierra los ojos, fijo totalmente en Scarlett. Teme de que ataque ahora, que la asesine por haber pisado su territorio y por mentirle, que la torture como todos dicen que él hace con sus enemigos. ¿Y el niño en su vientre? ¿Qué hay de él? ¿O de ella? No es sólo de él. Estaba inconsciente cuando le hicieron la inseminación así que no hizo ningún trato con éste hombre. ¡Éste hijo es suyo sin ningún tipo de contrato!—Firme —Gerald sentencia—, no quiero que esto se alargue. No se lo recomiendo.Scarlett mueve los labios, aunque no pueda hablar, no está absuelta de que los demás lean sus labios.“No quiero.” Es lo que intentó decir.Gerald la mira con intensidad. Scarlett está arriesgando demasiado.—No le estoy preguntando —Gerald mantiene la calma, pero su paciencia parece a
—Una incompetente. Eso es lo qué eres. Éste año casado contigo no fue sino una idiotez de mi familia. ¡Casado con una discapacitada qué nada puede hacer! Ni para soltar un solo gemido —el hombre lanza los papeles directo hacia al pecho de Scarlett—, los malditos papeles del divorcio. Los ojos de la mujer, a quien habla, no están más qué dolorosamente horrorizados. Intenta sostenerse de la puerta y escuchándolo, se da cuenta que su esposo va en serio.—Eres infértil y tu familia pagará por haberme mentido —el hombre la señala, mirándola como siempre ha hecho todo éste tiempo.Odio.Cuando él retrocede, furioso, Scarlett abre los ojos y traga saliva. Lo alcanza, agarrándolo por el brazo.—¡No me toques! —el manoteo la tumba al suelo. Scarlett se lleva las manos a su vientre, impactada por lo que su ahora exesposo acaba de hacer. Su cartera también se cae con las cosas que lleva dentro—, lo único que tenías que hacer era quedarte embarazada y ni para eso sirves. No hablas, no dices nada