Maximilien se levantó de su asiento y se giró hacia la ventana.
—Lauren, por favor, déjate de estupideces. Voy a analizar la propuesta que tienes para la compañía y hablaremos luego.
—¿Maximilien, acaso no me deseas? Mírame, soy más hermosa que mi hermana y mucho más inteligente en las finanzas. Juntos podríamos hacer un gran equipo. Divórciate de esa maldita.
Maximilien se giró bruscamente y la tomó del brazo con fuerza.
—Te tengo paciencia porque eres mujer, pero eso se me está olvidando. Te exijo que salgas de mi oficina ahora mismo.
—Le diré a todo el mundo que me acosaste. Te voy a hundir, Maximilien.
Lauren comenzó a tirar de su ropa y a romperla con descaro, mientras él la arrastraba hacia la puerta.
—Di lo que te dé la gana, no tienes pruebas.
Su voz sonaba segura; sabía que estaba grabando todo. Con Lauren, siempre era necesario estar preparado.
En ese preciso instante, la puerta del despacho se abrió de golpe y entró Gracia, quien había estado escuchando desde el momento en