Gracia acariciaba su vientre con delicadeza mientras repasaba los últimos informes de la semana. Había pasado otro día largo, pero a diferencia de semanas anteriores, esta vez se sentía satisfecha. Los números hablaban por sí solos. A pesar de las noches de insomnio y los dolores de espalda, algo dentro de ella le decía que todo estaba valiendo la pena.
Celeste apareció en la puerta del despacho con una expresión radiante.
—Tenemos luz verde —anunció, levantando un sobre con documentos sellados—. Acaban de enviar el reporte oficial. Las sanciones fueron aprobadas. Los accionistas que estaban detrás de la caída... están fuera.
Gracia levantó la vista y sonrió con satisfacción, ya nadie estaría en contra de su esposo.
—¿Y la junta?
—Respaldan tu dirección interina. No hubo objeción. Al parecer, hasta los más testarudos se dieron cuenta de que sin ti, esta empresa no se habría sostenido.
Gracia asintió en silencio. Tomó los papeles, los hojeó brevemente, y luego se levantó del asiento. C