CAPÍTULO 42

CAPÍTULO 42

Alguien llamó una ambulancia, y en menos de quince minutos estaban llegando al hospital más cercano.

Durante el trayecto, Luna iba sentada al lado de su hermano, que no decía nada. Abril sostenía su mano, sollozando…

—¿Cómo pudo hacerte esto? —murmuró Abril, mirando con rabia a Luna.

Luna no respondió, solo observaba a su hermano en silencio, sintiendo el alma dividida.

Cuando llegaron al hospital, los médicos actuaron con rapidez. Lo ingresaron a una sala, lo revisaron, y confirmaron una quemadura de segundo grado. No era muy grave, pero sí doloroso. Le colocaron analgésicos, cremas y lo mantuvieron en observación por unas horas, por el leve aumento de su temperatura corporal, porque incluso tuvo fiebre.

Luna se sentó frente a él, en una silla metálica, bajo la tenue luz del techo. El silencio era espeso, y apenas se oía el pitido leve del monitor cardíaco.

Luego llegó Abril, tras asegurarse de que los médicos se hacían cargo, se giró hacia Luna.

—Me iré a casa a buscar
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