CAPÍTULO 61
El sonido del monitor llenaba la sala con un zumbido leve, pero persistente, y Luna apenas respiraba. El médico deslizaba el transductor con lentitud, su expresión empezando a cambiar de neutral a… confusa.
En la pantalla, algo se formaba, una silueta clara, más grande de lo esperado y una vibración latía en el centro, pero no era el típico parpadeo cardíaco. Era más… intenso. Como un pulso que golpeaba al ritmo de otra energía.
Andrey se acercó un paso más, con el rostro desencajado y preguntó.
—Habla… ¿qué ves?
El médico no respondió al instante. Siguió tecleando, haciendo mediciones con rapidez y luego se irguió, sin apartar los ojos del monitor.
—Hay actividad cardíaca… pero las pulsaciones no son normales. No en frecuencia ni en intensidad.
—¿Qué significa eso? —preguntó Luna con la voz tensa, su cuerpo vibraba descomunalmente.
—Significa que… no estoy viendo un desarrollo típico. El embrión… —hizo una pausa, buscando las palabras—, es más grande de lo que debería ser