El sol de la tarde caía sobre él, marcando las líneas de su rostro con una claridad que no dejaba espacio para dudas.
—Gregory… —dijo, acercándose con cautela—. No esperaba verte aquí.
Gregory se giró hacia ella, con una expresión que mezclaba incomodidad y determinación.
—Beatrice me dio la dirección. Pensé que era momento de venir. ¿Está James?
—Está en la oficina —respondió Isabelle, aún sorprendida—. Pero si quieres, puedes pasar. Tú y Adrien.
Gregory asintió. Isabelle abrió la puerta, y los tres entraron a la mansión. El aire fresco del interior contrastaba con el calor del jardín, y el aroma a flores recién cortadas flotaba en el ambiente.
Leah y Alex bajaban por las escaleras justo en ese momento. Al ver a Adrien, corrieron hacia él.
—¡Tío Adrien! —exclamó Leah, abrazándolo con fuerza.
Alex lo rodeó por la cintura, sonriendo.
—Volviste.
Adrien se agachó para abrazarlos a ambos.
—Claro que sí. No podía quedarme sin ver cómo les va en la escuela.
Leah se g