Isabelle se agachó un poco, tomándolo de la mano, mientras los tres adultos los observaban en silencio.

Leah, también se acercó y tomó la mano de James con naturalidad, como si ese gesto ya fuera parte de su rutina.

Gregory los miró con el ceño fruncido. Su voz rompió el silencio.

—James… ¿por qué ese niño es idéntico a ti?

Evelyn, que ya intuía la verdad, sonrió con discreción. Beatrice, en cambio, no ocultó su expresión de ternura.

James soltó un suspiro, luego se volvió hacia su padre.

—Él se llama Alex —dijo, señalando al niño—. Y ella es Leah. Son mis hijos.

Evelyn llevó una mano a la boca, conteniendo un pequeño grito de alegría. Beatrice sonrió abiertamente, con los ojos brillosos. Ver a James con lo que tanto había deseado le llenaba el corazón.

Pero Gregory no sonrió. Su mirada se endureció.

—¿Por qué? —preguntó, con tono seco.

James lo miró, sin entender del todo.

—¿Por qué, qué?

Gregory dio un paso hacia él.

—¿Por qué le quitaste eso a Noah?

Jame