Dentro de la tienda, Isabelle sostenía una corbata azul marino entre los dedos, acercándola al cuello de Alex mientras él se movía como si el accesorio fuera una amenaza.
—No, mamá… no quiero eso —dijo Alex, frunciendo el ceño.
—Solo es para la fiesta, mi amor. Vas a estar muy elegante.
Alex se apartó un paso, cruzando los brazos.
—No me gusta. Me aprieta. Me siento como si no pudiera respirar.
Isabelle suspiró, con paciencia.
—Es solo una corbata, Alex.
Alex miró alrededor, buscando refuerzos. Al ver a Noah cerca, se acercó con rapidez.
—Tío Noah, dile a mi mamá que no me ponga corbata.
Noah soltó una carcajada y señaló la suya, perfectamente anudada.
—No puedo ayudarte, campeón. Yo soy del equipo corbata. Las uso hasta para ir por café.
Alex lo miró con decepción.
—Entonces necesito a alguien que entienda.
Sus ojos buscaron a James, que conversaba con Celeste cerca del probador. Sin pensarlo, Alex caminó hacia él, interrumpiendo con urgencia infantil.
—Pa