La mañana era clara, y la mansión Moore tenía ese silencio elegante que solo se rompe con conversaciones importantes. James estaba en el vestíbulo, colocándose su chaqueta de piel, cuando Noah entró con un vaso de Jugo de naranja com hielos en mano.
—Isabelle me dijo que ya no son esposos —dijo James, sin rodeos.
Noah se apoyó en el marco de la puerta, asintiendo.
—Es verdad. Hace dos días firmamos el divorcio.
James lo miró un momento.
—Entonces… ¿entregó la mitad de su empresa?
—Sí. Hartley Enterprises ahora está dividida. La mitad pasó a The Moore Group.
James asintió lentamente, como si ya estuviera trazando algo en su mente.
—Y Alex… ¿cómo es?
Noah sonrió, con una chispa de orgullo.
—Es igual que tú. En todo. Solo que en versión compacta.
James soltó un suspiro, más largo de lo que esperaba.
—¿Crees que le agradaré?
Noah se acercó, le dio un par de palmadas en la espalda.
—Estoy seguro de que te va a adorar. Es listo, curioso, y tiene ese mismo gesto t