La noche de la gala llegó envuelta en elegancia y expectativas. En la Mansión Moore, cada rincón había sido preparado para impresionar: luces cálidas cruzaban el techo de cristal del salón principal, el suelo brillaba con el reflejo de incontables zapatos de diseñador, y las copas tintineaban como si celebraran algo que aún no había sucedido.
Isabelle apareció en la escalinata central y el mundo pareció inclinarse hacia ella.
Vestía un vestido largo en terciopelo negro profundo, con detalles bordados en hilo de plata que serpenteaban por su espalda descubierta como ramas de invierno. El escote sutil realzaba la elegancia de su figura, mientras una abertura lateral mostraba apenas el movimiento de sus piernas al andar. Su cabello recogido en un moño bajo, adornado con pequeños cristales, y unos labios en tono ciruela completaban la imagen de una mujer que no solo pertenecía al lugar… lo redefinía.
A su lado, Noah irradiaba estatus. Traje azul medianoche perfectamente ajustado, camis