El Salón de las Columnas, en el ala norte de la Mansión Moore, ostentaba cada rincón como si el tiempo se hubiera detenido en un reino de mármol y silencio. La luz caía desde arañas de cristal, bañando la alfombra persa con un resplandor casi ceremonial. Todo en ese lugar anunciaba que lo que estaba por suceder no era una simple reunión... sino un ajuste de cuentas dentro del legado.
James llegó puntual, impecable. Noah, detrás, con la mirada ceñida y los hombros tensos. Ambos sabían que no era solo una cita: era una convocatoria. En la cabecera, la mujer que no necesitaba alzar la voz para imponer respeto: Beatrice Moore, matriarca de la familia, leyenda en la industria, y guardiana férrea de los secretos del apellido.
Isabelle estaba sentada junto a Celeste, pero sus ojos gravitaban como imanes hacia James. No lo buscaban: lo interrogaban.
Beatrice se incorporó con lentitud, ayudada por su bastón tallado en ébano. A pesar de sus años, su voz cortaba como bisturí.
—La prensa