La tarde en York comenzaba a caer, tiñendo la ciudad de tonos ámbar. En la mansión Moore, James estaba en su estudio, revisando documentos de Janix, cuando escuchó pasos firmes acercándose por el pasillo. La puerta se abrió sin ceremonia.
Noah entró, aún con el abrigo puesto, el rostro sereno pero con algo distinto en la mirada.
—¿Cómo está Celeste? —preguntó James, dejando los papeles a un lado.
—Despierta. Lúcida. Tranquila —respondió Noah, cerrando la puerta detrás de él—. No recuerda todo, pero está procesando. Me sorprendió lo fuerte que se ve.
James asintió, con una sonrisa leve.
—Eso es una buena noticia.
Noah se acercó, apoyándose en el escritorio.
—Quiero hablar contigo de algo más.
James lo miró, atento.
—Adelante.
—Quiero encontrar una forma de debilitar a Jonathan —dijo Noah, sin rodeos—. Para poder anular el matrimonio con Isabelle.
James se quedó en silencio unos segundos, sorprendido.
—¿Estás hablando en serio?
—Sí. Isabelle merece decidir por