El estudio de Noah estaba iluminado por una lámpara de escritorio y el fuego tenue en la chimenea. Isabelle se acomodó en la silla frente a los dos hermanos, cruzando las piernas con elegancia, pero con la mirada alerta.
James permanecía de pie, apoyado en el respaldo de un sillón, mientras Noah se sentó frente a ella, con los dedos entrelazados.
—Gracias por venir —comenzó Noah—. Queríamos hablar contigo sin que nadie más estuviera presente. Lo que vamos a decirte… es importante.
Isabelle los miró a ambos, sin hablar aún.
James tomó la palabra.
—Queremos ayudarte a salir del matrimonio con Noah. Pero hacerlo bien. Sin escándalos. Sin que Jonathan lo vea venir.
Isabelle frunció el ceño, sorprendida.
—¿Están hablando en serio?
—Más que nunca —dijo Noah—. Ya no quiero sostener algo que no nos pertenece. Y tú mereces decidir por ti misma.
James se acercó un poco más.
—La idea es fortalecer tu imagen pública. Convertirte en una figura empresarial independiente. Que el